- “Los muertos son la herencia que nunca queremos recibir, la herencia que siempre recibimos.” (p. 295)
- Que el peterpanismo, ese afán de los
adultos por no madurar nunca, es una de las tendencias que dominan
nuestra sociedad resulta un lugar común entre los analistas
contemporáneos (para qué nos vamos a extender en este aspecto si
todo el mundo habla a día de hoy de una sociedad que no quiere
crecer y que pretende vivir en una eterna adolescencia).
- Cuando Rodrigo Fresán escribía
Jardines de Kensington, entre marzo de 2000 y julio de 2003,
la cosa no era tan evidente.
- Por aquella época se hablaba más de
George W. Bush, del 11-S y del choque de civilizaciones.
- Pero Fresán no. Fresán se sumerge en
una narración exquisitamente bien trabada. Una narración (muy bien)
estructurada en torno a una lista. La lista de los distintos
elementos que requiere el relato (el amigo, el héroe, el
protagonista, el muerto).
- Evidentemente, esta reseña se
estructura a partir de una lista en honor a Fresán.
- En Jardines de Kensington somos
testigos de la vida y obra de James Mathew Barrie, creador de Peter
Pan,
- En paralelo, lo somos también de la
vida del narrador, un escritor de literatura infantil que fue
espectador de excepción de los Sweet Sixties de The Beatles, The Rolling Stones o The Kinks. Y fan declarado de la
inmortal creación de Barrie.
- A partir de ahí nace un texto con el
estilo inconfundible de Fresán.
- Un estilo que podríamos definir con una
de las frases que utiliza el propio autor en la novela: “Quinientas
páginas en las que -como en la mayoría de las vidas- no ocurre casi
nada para que todo ocurra.” (p. 76)
- En su caso, cuatrocientas.
- Sin mucha reflexión, se observa que se
trata de una investigación hacia las raíces de nuestra
infantilizada sociedad, y a la vez un ensayo sobre las razones de la
decadencia del Imperio Británico.
- Un viaje de la grandeza de la Época
Victoriana a la más efímera euforia del pop británico pasando por
las trincheras de la Primera Guerra Mundial.
- Un tema de los grandes maquillado de
infantilismo.
- Que el pop de los años sesenta es una
de las referencias fundamentales de Fresán es algo sabido.
- No lo es, en cambio, su posible
admiración por Peter Pan.
- Si hacemos caso de las pistas que el
escritor da al final de libro, se encontró el tema por casualidad
tras ver un programa de televisión en el que aparecía Barrie, sin
ser un peterpaniano declarado
- El olfato de Fresán es muy fino para
encontrar un tema universal y a la vez contemporáneo.
- En realidad, de forma muy sutil, el
libro está dedicado a Marcus Merlin, trasunto de Roberto Bolaño,
fallecido poco antes del final de la redacción del libro.
- Marcus Merlin es otra variante del
Martín Mantra de Mantra, novela de Fresán escrita en
paralelo a Jardines de Kensington.
- Roberto Bolaño murió en el verano de
2003. De ahí la cita con la que abríamos (y ahora cerramos) esta
reseña: “Los muertos son la herencia que nunca queremos recibir,
la herencia que siempre recibimos.” (p. 295)
lunes, 26 de noviembre de 2012
LA HERENCIA DE LOS MUERTOS
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2 comentarios:
Muy interesante reseña de una gran novela.
Conocía la amistad entre Bolaño y Fresán, pero no había caído en la relación Marcus-Roberto.
Te invito a leer la reseña que escribí sobre esta novela:
http://batboyreads.blogspot.com.es/2011/12/jardines-de-kensington-de-rodrigo.html
Un saludo.
Buena crítica.
Leo que te gustó Jardines. Te recomiendo que leas Mantra. Fresán la escribió en 1 año (increíble). A día de hoy es mi autor de cabecera. Puedo entender tus reticencias viniendo del boom. Pero como dijo Aparicio de Fresán, es un Borges pop salvando las distancias (y alguien que sabe utilizar la ciencia-ficción como se debe).
Saludo cordial.
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