domingo, 27 de abril de 2014

CARROLL, LA PARODIA Y LA MECÁNICA CUÁNTICA

Se acerca el final del concurso Inspiraciencia y con él, mi charla sobre Lewis Carroll del próximo 6 de mayo. Va a ser muy divertida y participativa (al menos así es como he intentado prepararla). Así que desde aquí animo a todo el mundo a acercarse a la Biblioteca Sagrada Familia ese día.

Aquí dejo la información del evento:


Xerrades al voltant de la ciència i la literatura. Lewis Carroll: ciència, parodia i error

L'any 1927, Heisenberg enuncià el Principi d'incertesa. El 1865, Lewis Carroll, publicava la coneguda faula: Les aventures d'Alícia al país de les meravelles. La comparació no es arbitrària. Recents estudis mostren que l'obra de Carroll es basa en una paròdia de la matemàtica que més de 50 anys més tard fonamentarà la Mecànica quàntica. La xerrada vol emfatitzar les connexions entre el gènere fantàstic, la ciència i la paròdia al voltant d'Alícia en una primera part. En una segona, tractarem de construir una Alícia contemporània: la paròdia, l'humor, la imaginació i la participació del públic seran benvinguts.

A càrrec de: Carlos Gámez, historiador de la ciència i la literatura i escriptor. Autor d'Artefactos, Premio Cafè Món, al 2012.

Organitza: Unitat de Cultura Científica del CSIC a Catalunya i Institut de Ciència de Materials de Barcelona. Amb la col·laboració: Biblioteques de Barcelona, Escola d'Escritptura de l'Ateneu Barcelonès, Editorial Galaxia, Escuela de Escritores, Asociación de Escritoras y Escritores en Lingua Galega i Asociación de Escritores de Euskadi. Patrocina: Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Activitats dins dels Premis Inspiraciència.
 
Dimarts 6 de maig a les 19h.
Lloc: Sala d'actes. Aforament limitat. Activitat gratuïta.

lunes, 21 de abril de 2014

ENTREVISTA A AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO: “Mi experiencia personal en Miami fue la de una gratísima sorpresa” SUBURBANO

ENTREVISTA A AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO: “Mi experiencia personal en Miami fue la de una gratísima sorpresa” SUBURBANO


FotoYo

Hace ya casi una década, en 2006, el escritor gallego afincado en Palma de Mallorca, Agustín Fernández Mallo, revolucionaba el mundo literario español con la publicación de Nocilla Dream. Una trilogía, varios poemarios reeditados, un ensayo y alguna polémica por la autoría con la viuda de Borges después, Fernández Mallo vuelve a la carga con la publicación de Limbo, su última novela. En torno al libro y a su proceso creativo hemos estado charlando en esta entrevista.


1. En un mundo cambiante, es de agradecer tu compromiso con el proyecto narrativo que postulabas en Postpoesía y que he vuelto a encontrar en este, tu último libro (interacción entre ciencia, arte y cultura pop, narración desde la individualidad, uso de diversos formatos…). Sin embargo, también he encontrado nuevas soluciones formales, como el uso del párrafo largo introspectivo, o la disolución del yo, que si bien ya aparecían en Nocilla Lab, aquí cobran más peso. ¿Utilizas la experimentación para hacer crecer tu proyecto hacia nuevas dimensiones? Si es así, ¿cuáles son esas dimensiones?

R: Sí, claro, utilizo la experimentación para investigar mi poética. En realidad es lo único que me interesa, generar procesos de creación, metáforas, es un trabajo de introspección pero también de reconocimiento del entorno, va de dentro a afuera y de fuera a adentro. Tal como yo lo entiendo, tiene más que ver con la idea de que el mundo es un sistema complejo, conformado por multitud de redes y subredes, y el trabajo del creador es generar nuevos links, nuevos enlaces entre elementos en principio alejados entre sí, y eso es lo que, con distintos lenguajes, desde siempre han hecho la poesía y las ciencias: crear realidad a través de mecanismos metafóricos, analógicos. Pero cuando escribo no voy guiado por ningún esquema previo, ni busco dimensiones predeterminadas, sencillamente camino por impulsos, las cosas se conectan rápidamente. Es algo muy experiencial, me gusta no someterme a reglas de creación. Cierto que siempre hay que poner puertas al campo, de lo contrario te pierdes, pero también es cierto que si planificas mucho la escritura, se vuelve rígida, craquelada, y eso al final se nota y se paga. Algo que mis lectores me dicen es que mis libros se notan muy vivos, como si tuvieran una actividad propia, interna, avanzan como un organismo, no como una organización. Esto es importante, la diferencia entre un organismo (algo vivo, que se autoorganiza), y una organización (algo que viene organizado por dictados externos).

2. En este sentido, aunque observo  en Limbo la coherencia habitual y numerosas afinidades con tus anteriores libros, también me ha parecido tu trabajo más explícitamente relacionado con lo político, siempre desde la individualidad de los personajes (me refiero a tus narraciones sobre Heisenberg o  enguele o  al tema de los secuestros en México). ¿Era esa tu intención o ha surgido de forma inconsciente?

R: Bueno, empiezo diciendo que mis libros no son ideológicos, no pretenden aleccionar al lector porque respetan la presunción de inteligencia del lector. Si quisiera hacer política me dedicaría al noble arte del panfleto. Ahora bien, por otra parte, en un sentido amplio de la palabra, todo es político porque en todo acto, en toda letra, en todo gesto, en toda estética hay implícita una moral, voluntaria o involuntariamente. Mis personajes intentan ser personas, de modo que tienen diferentes posiciones morales ante el mundo, pero ello no quiere decir que yo tengas esas posiciones ni mucho menos que esté en mis pretensiones dar lecciones de comportamiento a nadie. Los personajes de mis novelas, y en concreto de Limbo, están en el mundo para problematizarlo, para generar preguntas, no certezas.  Esa es la literatura que a mí me interesa.

3.  Eres un escritor que, además de la ciencia y la cultura pop, parece beber de las fuentes de la filosofía  contemporánea y el pensamiento. ¿Cuáles son los desarrollos en ese campo que más te han interesado últimamente y que crees han quedado reflejados en Limbo?

R: Pues la verdad es que leo muchas cosas, pero no sabría decir qué de todo ello ha quedado reflejado en Limbo. Imagino que se trata de una mezcla, una ensalada de ideas y conceptos venidos de todas partes y más o menos vagos, que luego toman carne en la novela. Por otra parte, en mi opinión, trasladar directamente conceptos y aplicarlos a la creación no resulta muy fructífero; es más, creo que en cuestión de traslación de filosofías a las obras es mejor no llegar a entender bien aquello que trasladas, sacarlo de quicio, trazar tangentes, atmósferas más que teorías. De lo contrario resulta todo muy rígido, como si respondiera a un programa.

4. En tu libro hay varias citas a autores como Benet o Sábato. Pero las referencia literarias fundamentales son el Nuevo Testamento (del que haces unos juicios muy sugerentes) y la obra de J. G. Ballard, en especial La exhibición de atrocidades, lo que me ha parecido una genialidad por tu parte. ¿De dónde sacaste la inspiración si es que eso existe? ¿De tu método habitual de trabajo? ¿Podrías hacernos una breve sinopsis de él para los lectores de Sub-Urbano?

R: Sí, la inspiración sale de mi propio método habitual de trabajo que, como antes he comentado, va de un lado a otro, como cuando se hace un poema, hallando analogías, cosas que se aparecen desde un caos. Es estar atento a todo, tanto a lo que lees como a lo que ves en la televisión, a lo que cuentas, sin hacer distinciones entre alta y baja cultura, en todas partes puede aparecer la idea, la imagen, la inspiración que conecta historias, que conecta ideas. Es tener una mirada extrañada respecto al mundo. Es también no intentar escribir para cambiar las cosas, ya que entonces nada vas a cambiar, las cosas han de surgir espontáneamente, tras una maduración de la que ni siquiera eres consciente. No hay que tener prisa, ninguna idea se escapa, tan solo regresa tiempo después transformada, dispuesta a ser narrada de manera fluida y ágil. Cuando me siento a escribir, no pienso que en ese momento soy escritor, sino que soy el mismo consumidor de conocimiento, de información o de nada que hace un rato estaba haciendo cualquier otra cosa. Y entonces vierto todo de manera muy rápida. Después lo repaso mucho, no soy un escritor descuidado, pero sí es cierto que aquello que escribí al principio y que creí que era emocionante ya no lo cambio, queda en el texto porque creo que eso es lo que precisamente llaman la voz propia de un escritor, su estilo, su cosmos. Lo que más aprecio en un artista es la creación de un cosmos propio, aunque los resultados de ese artista no me gusten, eso da igual, el gusto no significa nada, lo importante es que cuando abras un libro y leas unas páginas detectes que lo que ha hecho esa persona sólo podría haberlo hecho ella, un universo reconocible y único. Los genios no copian lenguajes sino que inventan ellos su propio lenguaje. Creo que es a eso a lo que debe aspirar cualquier creador.  Respecto a la otra parte de la pregunta, Limbo comenzó cuando en un hotel de Guatemala City encontré un Nuevo Testamento en la mesilla de noche. Lo leí y me pareció un libro tremendamente moderno desde un punto de vista estructural, parecen microcuentos, literatura blog, son sucesivos remakes de la vida de un personaje histórico, Jesucristo, y entonces los Apóstoles se me aparecieron como una especie de Internautas primitivos. Y eso lo puse luego en boca de uno de los personajes, de los músicos. Después el libro creció con otras historias muy distintas y todo se fue mezclando.

5. Aunque en anteriores entregas ya flirteabas con la ciencia ficción, tal vez en Limbo y junto a Ballard es donde apuestes más por revisitar el género ¿Qué es lo que te interesa a ti de la ciencia ficción como creador, en especial cuando escribes frases como “La ciencia ficción ya está aquí”?

R: Pues te voy a ser totalmente sincero, la ciencia ficción jamás me ha interesado ni me interesa. Lo que me gusta de la ciencia aplicada a la literatura es su capacidad para construir metáforas en sí misma, no argumentos de novela, no explicaciones a una trama. De hecho, la tecnología –materia prima de la ciencia ficción-, aparece en mis novelas o poemarios porque vivo en un mundo tecnológico y sería absurdo obviarlo, pero no son determinantes para el desarrollo de los núcleos fuertes de las tramas, Lo que sí me interesa es la ciencia, algo que como sabes es muy distinto de la tecnología. Respecto a lo otro que dices, lo del personaje que enuncia esa frase, es precisamente eso: la ciencia real ya ha superado en muchos dígitos las aspiraciones de la ciencia ficción. Tal como yo lo veo, pensar en términos de ciencia ficción es algo un poco nostálgico, en algunos casos casi manierista, es pensar en términos de la primera mitad y parte de la segunda del siglo 20. No digo que esté mal, claro, sólo digo que esa clase de narrativa nunca, ni cuando era pequeño ni ahora, ha llamado mi atención.

6. Volviendo a Ballard, se me antoja la referencia principal en Limbo. Anteriormente, las figuras literarias principales fueron Borges, Cortázar o Vila-Matas. ¿Cómo trabajas esos referentes literarios en tus libros?

R: la verdad es que no los trabajo, o no sé cómo los trabajo, sencillamente están interiorizados, y  aparecen.

7. Curiosamente, Miami sale mencionado en Limbo a partir de una serie de personajes. La ciudad tiene un muy buen recuerdo de ti cuando estuviste por aquí en la Feria del Libro. ¿Cuál es tu recuerdo de una ciudad que despierta controversias como se ha visto con la publicación del reciente trabajo de Tom Wolfe?

R: No he leído ese trabajo de Wolfe, así que no puedo opinar. Mi experiencia personal en Miami fue la de una gratísima sorpresa. Creía que no me iba gustar mucho, tenía mis prejuicios, y fue una ciudad que me encantó en todos los aspectos. Lo que se cuenta en el libro es cierto, me sorprendió mucho el barrio de Wynwood, con un ambiente muy moderno, muy contemporáneo, nada que ver con los tópicos de exaltación de lo latino que se venden no sólo en España sino en el resto del mundo. Pero es que además me gustó también esa capa latina mezclada con lo anglosajón, una mezcla rarísima y muy estimulante que no creo que se dé en muchas otras ciudades del mundo. Hay tensión, sí, pero es una tensión plana, tranquila y acogedora, como una cama elástica. Nada que ver con la Costa Este, en general mucho más envarada y rígida. Además de en la Feria del Libro, invitado por el Centro Cultural de España y por mi editorial, Alfaguara, estuve dando una conferencia en la University of Miami, que está en Coral Gables, y fue toda una experiencia.

8. En una conferencia escuché a una académica considerar que tu obra es eminentemente ensayo. Y creo que algo de eso hay, también en este libro, en especial cuando leo pasajes como “La Conjetura de la Realidad”. Pero también poesía, dada tu autodefinición de poeta y físico. Puesto que hablamos de una novela (o una antinovela, según se mire), ¿que opina el autor de la criatura al respecto?

R: Para mí, todo lo que hago es poesía, ya estemos hablando de novela, ensayo o poesía propiamente dicha. O por le menos, en mi cabeza nada de eso se diferencia de la poesía, me resulta muy difícil separarlo, quizá debido a que aunque luego, en el papel, tome formas distintas, todo parte de imágenes, asociaciones, intuiciones de núcleo poético.

9. Teniendo en cuenta que en el pasado te embarcaste en un proyecto audiovisual, otro de DJ con Spoken Word, y ahora estás inmerso en uno musical (Frida Laponia), además de tus libros, se me antoja muy sugerente que nos hables de tus proyectos futuros en conjunto, no solo de los literarios.

R: Bueno, lo del Spoken Word sigue vigente: Afterpop Fernández y Fernández, con Eloy Fernández Porta. El grupo musical, Frida Laponia es con Juan Feliu. Con esas dos cosas sigo, pero lo que soy es escritor, todo ello orbita en torno a la literatura. No tengo más proyectos conjuntos. Ahora estoy con dos novelas, un ensayo y un poemario, todo ello muy avanzado, pero en su escritura voy sin orden, salto de una cosa a otra según el momento, el estado de ánimo, los inputs externos e internos.

10. Suelo finalizar mis entrevistas  con una pregunta sobre las referencias. Vamos con ella aunque creo que  esta vez se ha contestado previamente: ¿podrías darme los nombres de  tres escritores para ti imprescindibles, al menos uno de ellos  iberoamericano?

R: Bueno, me obligas a dejar fuera a por lo menos a 100. Por ejemplo: Borges, Thomas Bernhard y Don DeLillo.

sábado, 12 de abril de 2014

DEMOS UNA OPORTUNIDAD A LA FICCIÓN


El libro de Elena Poniatowska, La noche de Tlatelolco, pretende describir, de una forma testimonial, los sucesos acaecidos en torno a la Plaza de las Tres Culturas, en el zócalo de México, el año 1968. Aquel año y en aquel lugar murieron al menos una centena de estudiantes bajo el fuego de la policía y el ejército, que pretendían reprimir a los manifestantes.

El texto de Poniatowska, un relato periodístico con una estructura arriesga y excelente, consigue dar voz a las distintas sensibilidades que se organizaron en torno a esos sucesos: los estudiantes, sus familiares, los obreros, los vecinos, las gentes que directamente se quejaban de los estudiantes... No acaba de esclarecer unos hechos que aún hoy se desconocen. Pero si muestra una perspectiva de la sociedad mexicana del momento y las sensibilidades y debilidades de los colectivos que estuvieron implicados en el suceso. Sin embargo, como todo testimonio, por momentos resulta sesgado o parcial, entre otras cosas, porque la autora no va a poder recoger el testimonio de todo el mundo aunque lo intente.

A raíz de las críticas vertidas en torno a la posible falsedad del testimonio de Rigoberta Menchú, este género se encuentra hoy en día en una sospecha permanente en Latinoamérica. Es por eso que no entiendo por qué no se le da una oportunidad a la ficción para narrar este tipo de atmósferas. Es cierto que la ficción también se encuentra en una sospecha permanente. Pero cuenta con mayores recursos estilísticos.

Es muy curioso que una de las anécdotas que más se comentan en el texto de Poniatowska, la que narra el encierro de una estudiante mexicana en los lavabos del campus de la UNAM y su posterior supervivencia durante quice días, aterrorizada por la invasión militar de dicho campus, sea el punto de partida de la novela Amuleto, de Roberto Bolaño, y también aparezca mencionado en su magna obra, Los detectives salvajes. En ambas, pero especialmente en Amuleto. la uruguaya Auxilio Lacouture se dedica a narrar el espíritu y los acontecimientos que tuvieron lugar en 1968 en México. Dado el profundo mensaje simbólico del relato de Bolaño, y el hecho de que con una obra ficticia y en muchos momentos surrealista, el autor captura el espíritu de la sociedad mexicana de la época, uno se convence de que hay que darle una oportunidad a la ficción para comprender el mundo.



sábado, 5 de abril de 2014

ISSUU - OBITUARIO #13 by Obituario Magazine

ISSUU - OBITUARIO #13 by Obituario Magazine


En recuerdo a Kurt Cobain, donde encontraréis un relato dedicado a mi amigo Toni Campos por su novela: Prefiero arder. Es el que sigue.




LA MÁQUINA DE CAPTACIÓN SONORA DE ALMAS

Era la última parada en mi largo viaje. Cualquiera que se imaginara las razones de mi visita estaba equivocado. Yo venía en busca del alma del personaje. Algo que a los medios y al público parecía tenerlos sin cuidado. Algo que me había hecho detenerme en mi búsqueda por muchos años,  dejándolo a él en la última estación. La que ahora por fin visitaba. Se lo debía a Toni Campos, que se había dejado los cuernos en una novela para poder plasmar el sentimiento que entre sus contemporáneos había inspirado aquel muchacho mal peinado.


Las canciones son sobre conflictos en las relaciones, situaciones emotivas entre seres humanos.


Me dirigí silencioso hacia la habitación del motel que había reservado para la ocasión. Extrañamente, no se oían las distorsiones que habían hecho famosa a la ciudad en todo el mundo. Allí, en mi  deprimente habitáculo, imagine su cotidianidad antes de la fama mientras desenvolvía mi preciado tesoro de la maleta: LA MÁQUINA SONORA DE CAPTACIÓN DE ALMAS. Difícil iba a ser conseguir algún rastro de un tipo que había fallecido hacía una década. Pero tenía que intentarlo. Así que al día siguiente me levanté temprano y me fui a charlar con mi contacto. Se trataba nada menos que de Krist Novoselic.

—No creo que pueda serle muy útil –me dijo mientras ambos tomábamos café con huevos y bacon en la barra de un bar cercano a la antigua vivienda de mi objetivo.— Hace ya mucho tiempo y apenas si recuerdo cosas. Tan solo me queda esto.

Y en un lento movimiento arrastró algo extraño sobre la barra. Se trataba de una cosa tan inusual en estos tiempos como una cinta magnetofónica. Uno de esos artilugios desfasados con que los jóvenes escuchaban música allá en los noventa. Pero era algo más: la última maqueta que grabó Nirvana por puro entretenimiento.

Recuerdo sentirme avergonzado por alguna razón. Estaba avergonzado de mis padres. No podía mirar a la cara a algunos de mis amigos porque necesitaba desesperadamente tener la clásica familia: Madre, padre. Necesitaba esa seguridad, por lo que estuve resentido con mis padres por unos cuantos años a causa de eso.


Ni que decir tiene que salí corriendo hacia la habitación del motel después de despedirme apresurado de Novoselic. Tenía que probar mi MÁQUINA con ese artilugio auditivo, esa maqueta. Recuerdo que instalé toda la parafernalia que acompaña a la captación sonora sobre la cama del motel. Iluso de mí. Resultó un fracaso. No sabía que esas cintas magnetofónicas se llamaban así porque requerían de  algo llamado magnetófono. Un aparato tan complejo que necesitaba de un motor para hacer girar la verdadera cinta que se escondía dentro de la mal denominada cinta magnetofónica, y después  traducirla a sonidos a través de las señas magnéticas impresas en el artilugio.

Sabía que era diferente. Pensé que podía ser gay o algo así porque no me podía identificar con  ningún tío. A ninguno de ellos les gustaba el arte o la música, solo les gustaba pelear y follar. Esto fue hace muchos años pero me proporcionó este verdadero odio por el macho americano medio.


Tardé semanas en encontrar un aparato parecido. Ya me dirán. En Seattle esas cosas ya no están a la venta. Todo son mecanismos de la manzana o sus rivales para escuchar música como el que hace surf en la playa, de una forma suave y soft. Por suerte, dos días antes de mi vuelo de regreso encontré algo parecido en una tienda de artículos de segunda mano. Walkman me dijo el vendedor que lo habían llamado sus fabricantes. Me pareció una solemne estupidez ponerle el hombre que camina a un aparato que sirve para escuchar música. Para colmo, funcionaba con pilas antiguas.


Soy un tipo más feliz de lo que mucha gente piensa que soy.


El caso es que yo mismo me puse a caminar por la habitación del motel mientras probaba la cinta en el aparato. Estaba nervioso por lo que aquel objeto me pudiera revelar. Resultó un desastre. Aquel día descubrí que estaba empezando a quedarme sordo. Pero lo peor fue que nunca se me ocurrió  consultar el display de la MÁQUINA SONORA DE CAPTACIÓN DE ALMAS.

martes, 1 de abril de 2014

ENLACES ENTRE LA LITERATURA Y EL CINE. Carlos Gámez Pérez | Nagari

ENLACES ENTRE LA LITERATURA Y EL CINE. Carlos Gámez Pérez | Nagari





Hace unos meses tuve la grata sorpresa de conocer la obra cinematográfica de Miguel Coyula gracias a la película Memorias del Desarrollo, todo un regalo para los sentidos en donde el director cubano nos deleita con un nuevo lenguaje cinematográfico: una mezcla entre el collage, la novela gráfica, la narración con voz en off en primera persona y el plano cinematográfico.


Parece que también se trata de un creador enlazado, porque el pasado 1 de marzo tuve la satisfacción de asistir a la presentación de su primera novela, gentileza de La Pereza Ediciones, un sello literario ubicado en Miami que desde aquí les recomiendo porque sustenta una arriesgada apuesta por la calidad literaria en castellano. Así que dado ese prestigio y tras oír de boca del autor su interés por la ciencia ficción, el anime japonés y la independencia creativa, comprenderán que me sobraban las razones para leer el libro del que hoy les voy a hablar: Mar Rojo, Mal Azul.

En honor a la verdad, cabe decir que el texto se inicia de forma titubeante y se cierra con un final cogido un tanto por los pelos, sobre todo en lo que concierne a la acción. Sin embargo, es en medio donde el lector se encuentra a un cineasta que también resulta ser un sólido escritor que profundiza hasta el extremo en la psique de sus personajes y que trabaja con materiales heterogéneos como se observa en la construcción del personaje de Marina, aunque aquí lo hace desde las estrategias literarias. Dado que Coyula se considera un autor deconstructivista que reniega de la trama, esto debería considerarse como un piropo.

Por otra parte, el diálogo con el lenguaje cinematográfico es más que evidente, y el peso de la cámara como objeto, fundamental en la narración. Se incluye incluso un manifiesto de la metodología cinematográfica del autor en la página 97. Y el narrador inicial, que luego cambia por razones que, como comprenderán, no les expondré aquí para evitar el spoiler, es Miguel, el propio director provisto de una cámara. Sin embargo, no se confundan. Cuando Coyula hace cine es director, cuando escribe es narrador. Así, la novela, generacional aunque con matices propios de la ciencia ficción de la que se hace un uso suave pero causal, se sustenta en los diálogos, mientras que las películas de Coyula son de corte conceptual. Cabe recordar que nos encontramos ante un lector, pues Memorias del desarrollo es la adaptación cinematográfica de la novela homónima, y no la continuación de Memorias del subdesarrollo. Y que tiene muy claras las conexiones entre cine y literatura pero también sus diferencias, como se observa en el texto que Miguel, el narrador, le entrega a Remy en la página 84 para definir al personaje, y que es más literario que cinematográfico. En este sentido, la novela, en vez de recordarme a una infinidad de referencias del mundo cinematográfico, lo ha hecho a “Las babas del diablo”, el relato también cinematográfico de Cortázar que inspiró a Blow Up, de Antognioni. Y curiosamente me ha traído a la memoria mucho más el manga japonés que el anime que reivindica el autor (“Los animados japoneses fueron mi primera escuela de cine” p. 100). En especial cuando los eventos inspirados en ciencia ficción, como la lluvia ácida, devienen en la narración como elementos cotidianos, tal como se observa en muchos cómics del género; y a la figura de Iván y sus aptitudes geniales que le hacen rememorar a uno Akira, (que antes que anime fue manga). Supongo que esa tensión entre la literatura y el cine está presente en toda la novela y le hace a uno decantarse por un bando u otro en función de su bagaje cultural. En el texto aparecen también los elementos gráficos, dado que Coyula ha compuesto sus propios cómics y echa mano de eso (ya les dije al principio que se trata de un autor enlazado, no iba en broma).

Por lo que respecta a lo científico, la fantasía y otros elementos en el relato, en algunos momentos se antoja naíf, pues si bien tienen un papel en el desenlace de los acontecimientos, no parece que los descubrimientos y las teorías que se proponen afecten a la vida de los personajes más que otros elementos de la narración, como la cámara de cine o los recuerdos de la infancia. No encontrarán por tanto, referencias a ideas de progreso y otros discursos propios de la ciencia ficción en el pasado pero que a mi entender, y en esto coincido con Coyula, han dejado de ser productivos para la literatura prospectiva. En este sentido, la ciencia ficción aparece como un referente cultural del narrador más que como un motor de la narración. Una apuesta estética, en este caso poshumanista, además de una excusa que permite expresar lo que realmente importa en una novela generacional: la decadencia de una juventud que se desvanece, como queda retratado en la página 59 y como se observa más adelante en una crítica feroz a su generación, abducida en el mal sentido por las modas efímeras.

En definitiva, primer contacto con una narrativa cubana que bebe del cine y la ciencia ficción, influencia rica y diferente en la isla al resto de Latinoamérica por el peso de los autores rusos que tanto gustaban a Bolaño, e inmersión en el germen narrativo de un artesano de la creación que afirma: “Nada más aspiro a dirigir una pequeña orquesta”. A fe que en esta primera novela lo ha conseguido.