lunes, 28 de enero de 2013

DEAD SET: EL PÚBLICO LO DEVORARÁ TODO

PILOTO
Cuando mi primera novela, Artefactos, empezó a recibir opiniones críticas, algunas de aquellas voces comparaban al libro con Black Mirror. Esa serie de ciencia ficción británica formada por tres episodios disconexos que pretende hacernos reflexionar sobre el futuro próximo. Cabe decir que esa opinión vino de personas cuyo juicio respeto mucho, como Robert Juan-Cantavella, Óscar Gual o Josep Maria Nadal Suau. Y que es gente que sabe mucho de narrativas multimedia.

Ahora debería contar que entonces me decidí a visionar la serie y así tendríamos la prueba de que la literatura está por encima de la televisión. Pero las cosas son más complejas en las relaciones entre pantallas y páginas, como ayer puso de manifiesto Vicente Luis Mora en la última entrada de su bitácora (aunque lleva tiempo insistiendo en este tema). Debo confesar que visioné toda la serie el verano pasado mientras buscaba ideas para un libro que estaba empezando a escribir por aquellas fechas, antes de publicar Artefactos pero después de escribirlo. 

Con sus carencias, la serie me fascinó, en especial el segundo capítulo. El guión utilizaba la ciencia ficción para criticar el presente, justo lo que yo había pretendido en mi primera novela.

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Ante nuevas dificultades creativas (al parecer, ese libro me está costando un poco), era lógico volver a echar mano de algún producto cultural relacionado con Black Mirror. Así descubrí a Charlie Brooker, creador de la peculiar serie de ciencia ficción, guionista del primero y coguionista del segundo de sus capítulos. Brooker es un presentador de televisión británico. Pero también es guionista, humorista, periodista y productor. Todo un creador transmedia que además, había creado y escrito otra serie unos años antes: Dead Set (2008).

Ni que decir tiene que me faltó tiempo para visionar los cinco capítulos que conforman Dead Set. Una distopía con claras referencias a La sequía de Ballard (esa obsesión de los ingleses por dirigirse a la costa cuando llega la desgracia). Una serie tan apocalíptica que tan solo consta de una temporada y, como comprendera quien la visione, no hay visos de temporadas posteriores.

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¿De qué va Dead Set? De una invasión de zombis justo la noche de expulsión de uno de los participantes en el Gran Hermano británico.

No se crean no, los zombis pasaban por allí como quien dice. La invasión de zombis es global, como acabaremos descubriendo en el último de los capítulos. Lo que sucede es que una expulsión de Gran Hermano convoca a tanta gente que los zombis no habían podido evitar hincar el diente. Nunca mejor dicho, porque la trama de zombis consiste en eso. Se alimentan de seres humanos, los muerden y les contagian. Cuando los agredidos mueran, renaceran en forma de zombis.

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Más allá de esa trama, clásica del cine de terror, que no es lo potente de la serie, lo interesante es la capacidad simbólica que ofrece una situación así. La denominada Casa de Gran Hermano se convierte en el único lugar seguro en cientos de kilómetros a la redonda y eso confiere una potencia dramática que rapta al espectador, además de ser una metáfora idónea de la sociedad de masas en la que vivimos inmersos.

Y ahí está el acierto de Dead Set. En personajes como Patrick, el productor del programa que encarna al capitalismo más agresivo (estratosférico su encierro con Pippa, la concursante expulsada, monumento a la simplicidad humana, que Patrick precisamente detesta). O Joplin, el concursante intelectual que se mofa de la gente, siempre crítico, pese a que se mostrará como un cobarde sin personalidad en los momentos decisivos. O, como es de esperar, algunos de los participantes en un reality de tipo Gran Hermano, fascinados por la fama y el éxito rápido y sin esfuerzo (impagable la escena en que, tras salvar el primer ataque zombi, una de las concursantes, en vez de sopesar la magnitud de la tragedia, afirma “así que ya no salimos en televisión”).

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Que el gran acierto de Dead Set consiste en aunar el género de terror y la sátira social es más que evidente. Pero lo cierto es que el guiön es muy televisivo. Y con escenas estelares. ¿Se imaginan a Mercedes Milá en plan zombi, aporreando la puerta de un estudio para comerse al productor? Pues eso sale: Además, tras contemplar como las hordas de zombis arrasan con todo lo que se les planta por delante, uno no puede evitar pensar en el mensaje que subyace tras una serie tan crítica con la cultura de masas: El público lo devorará todo.
FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA

lunes, 21 de enero de 2013

UNA RELECTURA DEL GÉNERO NEGRO

No soy un ferviente lector de novela negra. En especial, más allá de Henning Mankell, no me interesa nada eso que se hace llamar novela negra escandinava. Esos clones literarios pensados en exclusiva para el gran público por razones meramente comerciales.

Sin embargo, la crisis económica europea, mi amor por los géneros literarios y el respeto que Bolaño tenía por el policíaco, me han llevado a releer a uno de los autores clásicos de la novela negra, que fuera buen compañero de lecturas en mi adolescencia: Dashiell Hammett. Uno de los grandes del género junto a Raymond Chandler. 
 

Hammett, un antiguo inspector de la Agencia Pinkerton de investigación (la misma que aparece en los cómics de Lucky Luke), suele salpicar al lector con una cosecha de buenas páginas, como en Cosecha roja. Al escribir sobre la Gran Depresión, se ha convertido en un clásico de actualidad para comprender lo podrido de los estamentos políticos sin quererlo. Así se observa en La llave de cristal, un thriller negro protagonizado por el correoso Ned Beaumont en el entorno de unas elecciones. Claro ejemplo de las relaciones de la política con los intereses, la corrupción, el tráfico de influencias, el tráfico ilegal de bebidas alcohólicas en plena guerra fría, los medios de comunicación y la mafia. ¿No les parece de sobra actual? Pues ojeen los periódicos españoles.

Si quisiéramos resumir la literatura de Hammett en cuatro puntos, podríamos hacerlo así:
  1. Una escritura como un puñal, de frases rápidas y diálogos ágiles y cínicos, que impiden que el lector pueda pensar hasta que se encuentra el muerto.
  2. Un argumento por el que se pasa de puntillas, crímenes incluidos, hasta que el lector, a la vez que el investigador, se da cuenta de que ha pasado por alto un crimen que es clave en el devenir de la historia.
  3. Unos personajes que, más allá de los diálogos que tienen con aquellos con los que interactúan en la novela, son herméticos. Nos hacen incapaces de saber lo que pasa por su mente hasta que toman el teléfono y, en una parrafada, ponen sobre la mesa las cartas con las que estaban jugando.
  4. Una serie de pistas que van apareciendo de forma diseminada en la historia, hasta que todas ligan, tienen un sentido único, y este sentido hacer dar un giro definitivo a la historia.
Especialmente interesantes son los perdedores que se dedican a llevar el peso de la investigación en la novela: El agente de la Pinkerton, Mickey Linehan, un tipo gordo, solitario, alcohólico y cuarentón, dotado de un verbo fácil y carismático (más o menos el mismo que utiliza su autor para contarnos la historia), sin florituras o falsas retóricas o moralinas que despisten al lector; o el hermético Ned Beaumont, mano derecha del testaferro político de una pequeña ciudad cercana a Nueva York que se dedica a hacerle el trabajo sucio.


Dado que la relectura de una de las fuentes originales de la novela negra me sirvió. Decidí continuar. Busqué la fuente primigenia de la tan cacareada novela negra europea. Resultó ser el introductor en Europa de Dashiell Hammett. Nunca pensé que estaba tan cerca. Habíamos convivido en la misma ciudad. No era otro que Manuel Vázquez Montalbán. 
 

Tomé de las solapas Los mares del Sur para redescubrir el primer éxito de la “saga Carvallo”. Más allá del interés meramente comercial de la mayor parte de la literatura negra que proviene de Escandinavia en Vázquez Montalbán uno encuentra decisiones artísticas con un arraigo social muy importante. Cierto que Vázquez Montalbán no era un santo y a veces le cegaron su exigente paladar y sus ganas de codearse con La Gauche Divine barcelonesa. Pero debo decir también que tras la escritura de Los mares del sur subyace una apuesta estética, y no una apuesta comercial “a la escandinava”. Además del tributo a Dashiell Hammett y la narración del proceso de una persona desde el comunismo más idealista al más puro escepticismo, de las páginas de esta novela negra excelentemente bien escrita, con una simbología sobre la transición muy bien construida, se desprende la ansiedad de una persona que domina el arte de narrar pero que pertenece a las clases populares, de ingresar en la literatura popular por la puerta grande, mucho más que seguir adscrito a la literatura literaria que tanto pregonan algunas bitácoras, que no deja de ser el refugio de una élite. Vázquez Montalbán sufrió esa tensión. Asumió que la literatura no es tan solo burguesa y trató de buscar acomodo con sus notables aptitudes como escritor (recuerdese que, como poeta, formó parte de los “novísimos”, literatura literaria de postín).


Sé que hoy se lee poco. Pero menos se leerá en el futuro si los escritores tan solo apuestan por la literatura comercial o por la literatura literaria. Ambos son territorios yermos si están inconexos. A fin de cuentas, la novela negra solo es literatura. Requiere de unos mecanismos y un tipo de personajes que están idealizados pese a su cinismo. Son mero artificio. Por eso me parecen muy valientes las apuestas de Hammett, o Vázquez Montalbán. O la de los más actuales Toby Litt o Elmer Mendoza, ambas ajenas a ese mero interés comercial tan nórdico que nos invade.

lunes, 14 de enero de 2013

PER UN ALTRE TIPUS DE LITERATURA EN CATALÀ

És pel que aposta la recent creada Editorial Males Herbes. Una literatura en català que doni sortida a les veus alternatives i a gèneres com la ciència-ficció o el terror. D'aquí que s'estrenessin amb Bressol de gat, de Kurt Vonnegut. Tota una declaració de principis, tal com diuen Ramon Mas i Pere Grament, els seus responsables, i que ha continuat amb la publicació de El regal de Gliese, del polifacètic Víctor Nubla, i La rara anatomia dels centaures, de Miquel Àngel Riera (tota una troballa per qui escriu això).

L'editorial neix com a continuació d'una revista de creació amb el mateix nom i un bloc (aquest), des d'on reforcen la seva aposta literària

El passat dissabte van estar presentant el seu projecte a Girona, a l'Espai Fang, a Girona, com es pot veure a la imatge de sota, publicada per ells mateixos a twitter:



Des de les pàgines d'aquesta bitàcoia se'ls recolzarà per la seva aposta pel fantàstic i una ciència-ficció alternativa, carregada de crítica social (com la de Kurt Vonnegut). És per aquesta raó que publicaré en breu una entrevista amb els responsables de l'editorial, tot reflexionant sobre els trets més interessants d'aquest nou segell. Fins aviat doncs!

lunes, 7 de enero de 2013

UN CARNAVAL DE PALABRAS

 
Un poderoso miembro del establishment económico mundial tiene un efímero encuentro sexual con una camarera en un hotel de nueva York y posteriormente es detenido por violación antes de emprender vuelo de regreso a su país. ¿Les suena la historia? Pues de eso es precisamente de lo que va la novela Karnaval, flamante Premio Herralde 2012, del escritor malagueño Juan Francisco Ferré (Málaga 1962). Autor tratado en esta bitácora por su trabajo en las relaciones entre ciencia y literatura. Sin género de dudas, su libro más ambicioso hasta la fecha, aunque su carrera literaria no ha hecho más que ir creciendo de texto a texto.

Karnaval es algo más que una sencilla novela. En ella podemos encontrar escenas pornográficas, como las que leíamos en su libro de relatos, Metamorfosis. Y páginas repletas de sátira como la que preside el argumento de La fiesta del asno, parodia del terrorismo vasco y de los medios de comunicación. Incluso encontramos esa influencia de los medios audiovisuales que tan presente estaba en Providence (que ya fue finalista del mismo premio en 2009 y en donde se puede leer un ensayo sobre cine imbricado en el texto). Hasta una autoparodia de la propia novela y del protagonista, DK (trasunto de DSK o Dominique Strauss-Kahn) y su discurso generalista y globalizador. 

Karnaval se estructura en torno a 45 episodios, al mas puro estilo de una serie de TV, intercalados por un documental sobre DK producido al alimón por HBO y el Canal Arte europeo, en el que intervienen las mentes más lúcidas de nuestra época diseccionando el caso del protagonista.

Pero Karnaval es mucho más, porque a partir de los recursos mencionados y esa inteligente estructura, el libro le permite al autor hacer una brillante e inteligente disección del mundo que nos ha tocado vivir. Se trata de una novela revolucionaria (en forma y contenido), satírica, crítica, sarcástica, filosófica, conspirtativa, analítica, incluso podríamos hablar de un ensayo sobre el amor y el deseo. El mismo Ferré, un estudioso de la estética posmoderna, ha llegado a afirmar que esa estética debería ir superándose, no así sus contenidos. Con esta novela hace un sólido ejercicio para conseguirlo.