jueves, 28 de junio de 2018

El Nobel del Yo - Suburbano





Interrumpo la secuencia lógica de mi serie por culpa de la muerte de Philip Roth (1933-2018). No creo que podamos hablar de literaturas del yo sin detenernos en la obra de Roth, un autor del que la crítica ha dicho que toda su obra podría ser considerada como testimonial.

Eso salta a la vista en Patrimonio, en donde el escritor judío-americano narra los últimos días de su padre tras serle diagnosticado un tumor cerebral. A partir de ahí, reconstruye la vida de su progenitor. La incapacidad de ayudar a su padre, la impotencia del autor, al que el padre le reprocha que sea incapaz de dejar de escribir ni siquiera por un momento en esos instantes tan difíciles, se destila de cada página del escrito, convirtiéndolo en un testimonio del duelo. La escritura se revela como el bálsamo al que se aferra el autor para superar el trago. También es el medio a partir del que relata una vida, la de su padre, de una forma sincera y directa, recuperando su carácter controvertido, mostrándolo capaz de flirtear con mujeres mayores una vez viudo, pese a su situación.

Patrimonio es un canto a la vida pese al duelo, pero no se trata de la única forma en la que Roth enfrentó el hecho autobiográfico. Lo hizo también mediante otras estrategias más tangenciales. En La conjura contra América, Roth vuelve a utilizar la figura del padre, pero lo hace mediante un recurso propio de la ciencia ficción. El autor imagina la derrota de Franklin D. Roosevelt en las elecciones presidenciales frente a Charles Lindbergh, reconocido simpatizante del nazismo, y contrasta este hecho con las experiencias vividas en el colegio. La consiguiente radicalización del gobierno de los EEUU y el posterior ascenso del antisemitismo en América son las excusas para levantar una nueva semblanza del padre y de su dignidad humana.

También la experiencia autobiográfica es la que guía el argumento de Indignación. La novela narra la historia de un joven estudiante judío que cambia de universidad para alejarse de la tiranía paterna. Allí inicia una relación sexual con una compañera de estudios que lo descolocará. Eso y los encontronazos con el nuevo decano lo acabarán enviando a la Guerra de Corea, donde muere. En esta novela corta, Roth recupera su juventud en Newark en un entorno familiar judío, así como sus años en la universidad, trazando un relato de uno de los temas principales de su literatura: la influencia de la geopolítica, el biopoder y la autoridad en el destino de nuestras vidas individuales. La novela no la narra Roth, sino un tal Marcus Messner, pero esta no es la única voz interpuesta que utiliza Roth para narrar la experiencia biográfica, tampoco es la principal. El narrador preferido de Roth para explicar su biografía, aunque sea de manera indirecta, es su alter ego: Nathan Zuckerman. Es este quien toma la voz en una de las obras más brillantes de Roth: Pastoral americana. La novela vuelve a enfrentar al individuo con la potencia de la geopolítica en la figura de Seymour Levoy, un empresario judío de éxito que se arruina por la radicalización y posterior transformación en terrorista de su hija durante las protestas por la Guerra del Vietnam, lo que conlleva el derrumbe familiar, que coincide de forma cronológica con los hechos del Watergate. Zuckerman reconstruye la vida de Levoy, ya fallecido, así como los acontecimientos que le llevan a la desgracia. El libro está inspirado en un personaje real: Seymour Masin que, como el protagonista, se apodaba “el Sueco” y había sido una figura en el instituto, brillando especialmente en atletismo. Triunfó posteriormente en los negocios, siendo muy admirado entre la comunidad judía de Newark. Que su final haya sido tan dramático como el del personaje de Roth ya es cosa que solo el autor sabrá, pero el uso de elementos autobiográficos resulta evidente.

En definitiva, se nos va uno de los grandes de la literatura, un autor que no lo sería tanto si no hubiera sido fiel a la tradición judía de la memoria, haciendo muy buen uso de las narrativas del yo desde muy distintas perspectivas y a partir de diferentes estrategias; la muestra de que la experiencia personal es la mejor fuente de inspiración literaria. Descanse en paz.

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