Cierto que existen
muchos y sonoros precedentes, en especial entre los novísimos y muchos
escritores que se harían famoso en la transición, como Terenci Moix o Vázquez
Montalbán. Sin embargo, creo no engañar a nadie si digo que la relación actual
de la literatura española con la cultura pop, con su carga contemporánea de
violencia, drogas y sexo, da un giro brusco con la irrupción en el panorama
literario de Historias del Kronen (1994),
la primera novela de José Ángel Mañas (Madrid, 1971).
La novela, finalista
del por entonces prestigioso premio Nadal, es un drama moral acerca de la falta
de valores de la juventud española de la década de 1990. Carlos, el
protagonista, un niño pijo, es un personaje incapaz de sentir empatía por el prójimo
mientras colecciona borracheras, polvos a cara de perro con la novia de un
amigo y escenas extremas, producto de su ansiado deseo de vivir al límite, como
conducir en contra dirección por la M-30, la ronda de circunvalación de Madrid.
Ni siquiera la muerte de su abuelo paterno parece suponer un cambio en su
actitud. Al contrario, da la impresión de que ese revés acentúa su crueldad. Ese
in crescendo de violencia tiene su punto culminante con la muerte por
sobredosis de otro personaje: Fierro, en su propia fiesta de cumpleaños. Muerte
incitada por Carlos. A partir de ahí serán l@s lector@s quienes deberán
enfrentar el conflicto moral que subyace. No les adelantaré más porque esa
tensión, propia de la lectura, debe encararse de forma individual.
La historia y los
personajes del escrito se vertebran en torno a un bar musical ficticio: el
Kronen. Y en ella el autor demuestra su oído para plasmar las voces de la calle
y el lenguaje juvenil, y su buen hacer para levantar tramas en las que la moral
y la ética de los personajes resultan un invitado inesperado. Además, como
afirma Christine Henseler, se le debe reconocer al autor su apuesta por
introducir elementos estéticos propios del cine norteamericano y de la música
pop, de los que la literatura española se encontraba bastante huérfana en
aquellos años. Sin embargo, la novela tiene una deuda con American Psycho, de Bret Easton Ellis, maestro de la inmoralidad
extrema. De hecho, parece que las deudas literarias foráneas están en la nómina
de Mañas. Según David Pérez Vega, su segunda novela: Mensaka
(1995), se construye de forma análoga a Trainspotting,
de Irvine Welsh. Si eso es cierto, Mañas debe haber leído el libro de Welsh en
inglés, porque su traducción al castellano no se publicó hasta 1996, cosa que
desconozco totalmente.
En Mensaka también existe una tensión
moral, en este caso de cariz socioeconómico, entre el batería de clase obrera
que trabaja de mensajero y los dos primos de clase media alta que acaban de
conformar el grupo: Fran, el guitarrista, y Javi, el bajista. Esa tensión, que
dirige la trama, acaba mal, como se podrá comprobar, pero contiene pasajes
memorables, como el del robo en la casa de la familia de Javi. Ahí y en la
estructura del texto, que coincido con Pérez Vega que está bien pensada, se sigue viendo el
buen hacer de Mañas. Pero, en el resto de los elementos: el uso del lenguaje (a
veces elevado, otras coloquial, sin un criterio que lo estructure), el carácter
verosímil de la trama, los giros y un precipitado desenlace, se vislumbra lo
que sucedió después. Que Mañas no volvió a estar a la altura de su primera
novela, tal vez porque los tiempos y los gustos cambian con los años.
Historias del Kronen fue el símbolo literario de una generación que justo entonces emergía a la vida y no se sentía representada por la cultura dominante. Por esta razón se encasilló muy pronto a Mañas en la denominada Generación X española, de la que ya no saldría o, al menos se le ha hecho muy difícil desembarazarse. Lo cierto es que no supo evolucionar dentro de los cada vez más ramificados estilos de la literatura. Esto se observa no solo en Mensaka, sino en textos posteriores como Sonko95, en donde el autor pretende introducir elementos metaliterarios con el mismo poco éxito que le acompañaría en adelante.
Sin embargo, no
deberíamos sentir mucha pena por Mañas. Su primera novela es de obligada
lectura en todos los programas graduados de EEUU que se precien. Forma, por
tanto, parte de la historia de la literatura española. En cierta forma, su
éxito es como una estrella de rock: fue intenso, murió pronto y dejó un bonito
cadáver. Además, Mañas ha conseguido lo que muchos ansiamos: residir en otro
país mientras sus novelas se publican y se realizan versiones cinematográficas
de sus textos, alcanzar el éxito por el simple hecho de escribir, aunque fuera
únicamente con su primer libro, y poder dedicarse a las letras el resto de su
vida. En definitiva, vivir de la literatura. Y hacerlo además desde un sincero
homenaje al tipo de cultura pop que siempre le ha gustado, que no es poco.
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