Un barco bautizado con el nombre de Esperanza se dirige hacia el norte. A Islandia para ser más
precisos. En él viajan los elegidos o los repudiados de cada una de las
culturas que conforman el mundo, según se mire. Van al encuentro de un ente
desconocido que ha creado un cambio climático radical: una nueva glaciación que
ha provocado la fuga en masa de los animales hacia el norte, y ha hecho
inhabitables los países hasta entonces más ricos y desarrollados.
Esa es la sinopsis de la historia que encierra Con el frío (Aristas Martínez), la
novela del escritor Alberto Torres Blandina (Valencia, 1976), estructurada a partir
de 16 relatos que se desarrollan en distintas geografías del globo, y 16 microtextos
asociados con cada relato y con el pasaje que habita el barco. Narraciones que
radiografían las diferentes miserias del ser humano en una situación límite, y
que se resuelven con diversos recursos narrativos.
Torres Blandina, su autor, es un escritor contrastado a la
hora de vertebrar historias breves dentro de narraciones más largas. Fue el ganador
del premio de novela Las Dos Orillas en 2007 por la novela Cosas que nunca ocurrirían en Tokio (2009), que tuvo un notable
éxito de público y fue galardonada con el Premio Europa de la Médiathèque de
Bussy Saint-George a la mejor novela extranjera publicada en Francia. Finalista
de Premio Gijón en 2008 por la novela Niños
rociando gato con gasolina (2009). Y autor de Mapa desplegable del laberinto (2011), una novela también de voces
múltiples que de nuevo estructuran una historia mayor. Una característica que
se encuentra, lógicamente, en la extensa labor que Torres Blandina ha
desarrollado en torno a su propuesta por una literatura colectiva, en su caso a
partir del grupo Hotel Posmoderno, radicado en Valencia, del que forma parte y
con el que ha colaborado en tres obras, lo que da una idea de la capacidad de
este autor poco individualista por construir historias que se asocian a otras
por un fino hilo.
Esa estética queda definida explícitamente en Con el frío a través de la voz de una de
las mujeres del pasaje del Esperanza
cuando esta afirma:
“El último capítulo tiene la culpa
de que cualquier historia se convierta en un trayecto lineal y superficial. Del
punto A al punto D. ¿Pero qué ocurre cuando el punto D desaparece? ¿Qué ocurre
si una menopáusica lo tira al océano? Que las preguntas, al no tener hacia
dónde dirigirse, se multiplican y el libro se ramifica, se desborda, se
enmaraña, se contradice, se anula o incluso transcurre paralelo a sí mismo.”
(125)
Sin embargo, la gran diferencia que quien esto escribe
observa en Con el frío respecto a las
anteriores publicaciones de Torres Blandina es su apuesta por la distopía y los
elementos fantásticos. La clave para llevar a un buen puerto literario a ese
barco. Con razón se entiende que Aristas Martínez, una de las pocas editoriales
españolas —quizá la única en el momento en que escribo esto— capaces de editar
textos que aúnan calidad literaria con géneros no realistas, haya apostado por
esta novela.
En este sentido, el motor de la narración de Con el frío resulta un acierto: un
cambio climático inverso al que todo el mundo espera, del que no se explica en
ningún momento la causa, o se explica desde tantos puntos de vistas, y se
pretende solucionar de tantas maneras: desde la guerra nuclear (83) hasta la
reencarnación (123), pasando por las distintas respuestas de los ritos y las
creencias humanos (144, 171 y 197), que empuja la narración hacia lo fantástico.
Una solución que sugiere más que sentencia, como es propio de la buena
literatura. Se trata de un recurso sutil de consecuencias inimaginables que trastoca,
por ejemplo, todas las rutas migratorias del planeta, y obliga a los países
ricos a construir barrios enteros en África.
El académico y crítico literario Fernando Ángel Moreno
afirma que la ciencia ficción es el género más político de la actualidad. Con el frío da la razón a Moreno y
muestra que los géneros fantásticos resultan de una gran potencia para
plantearnos preguntas importantes, quizá mucho más que otros géneros. Si además
tenemos en cuenta que toda la historia está narrada cuidando el estilo con
exquisitez, no sé a qué esperan para empezar a leer.
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