Hace ya casi una década, en 2006, el escritor gallego afincado en Palma de Mallorca, Agustín Fernández Mallo, revolucionaba el mundo literario español con la publicación de Nocilla Dream. Una trilogía, varios poemarios reeditados, un ensayo y alguna polémica por la autoría con la viuda de Borges después, Fernández Mallo vuelve a la carga con la publicación de Limbo, su última novela. En torno al libro y a su proceso creativo hemos estado charlando en esta entrevista.
1. En un mundo cambiante, es de agradecer tu compromiso con el proyecto narrativo que postulabas en Postpoesía y que he vuelto a encontrar en este, tu último libro
(interacción entre ciencia, arte y cultura pop, narración desde la individualidad, uso de diversos formatos…). Sin embargo, también he encontrado nuevas soluciones formales, como el uso del párrafo largo
introspectivo, o la disolución del yo, que si bien ya aparecían en Nocilla Lab, aquí cobran más peso. ¿Utilizas la experimentación para hacer crecer tu proyecto hacia nuevas dimensiones? Si es así, ¿cuáles
son esas dimensiones?
R: Sí, claro, utilizo la experimentación para investigar mi poética. En realidad es lo único que me interesa, generar procesos de creación, metáforas, es un trabajo de introspección pero también de reconocimiento del entorno, va de dentro a afuera y de fuera a adentro. Tal como yo lo entiendo, tiene más que ver con la idea de que el mundo es un sistema complejo, conformado por multitud de redes y subredes, y el trabajo del creador es generar nuevos links, nuevos enlaces entre elementos en principio alejados entre sí, y eso es lo que, con distintos lenguajes, desde siempre han hecho la poesía y las ciencias: crear realidad a través de mecanismos metafóricos, analógicos. Pero cuando escribo no voy guiado por ningún esquema previo, ni busco dimensiones predeterminadas, sencillamente camino por impulsos, las cosas se conectan rápidamente. Es algo muy experiencial, me gusta no someterme a reglas de creación. Cierto que siempre hay que poner puertas al campo, de lo contrario te pierdes, pero también es cierto que si planificas mucho la escritura, se vuelve rígida, craquelada, y eso al final se nota y se paga. Algo que mis lectores me dicen es que mis libros se notan muy vivos, como si tuvieran una actividad propia, interna, avanzan como un organismo, no como una organización. Esto es importante, la diferencia entre un organismo (algo vivo, que se autoorganiza), y una organización (algo que viene organizado por dictados externos).
2. En este sentido, aunque observo en Limbo la coherencia habitual y numerosas afinidades con tus anteriores libros, también me ha parecido tu trabajo más explícitamente relacionado con lo político, siempre desde la individualidad de los personajes (me refiero a tus narraciones sobre Heisenberg o enguele o al tema de los secuestros en México). ¿Era esa tu intención o ha surgido de forma inconsciente?
R: Bueno, empiezo diciendo que mis libros no son ideológicos, no pretenden aleccionar al lector porque respetan la presunción de inteligencia del lector. Si quisiera hacer política me dedicaría al noble arte del panfleto. Ahora bien, por otra parte, en un sentido amplio de la palabra, todo es político porque en todo acto, en toda letra, en todo gesto, en toda estética hay implícita una moral, voluntaria o involuntariamente. Mis personajes intentan ser personas, de modo que tienen diferentes posiciones morales ante el mundo, pero ello no quiere decir que yo tengas esas posiciones ni mucho menos que esté en mis pretensiones dar lecciones de comportamiento a nadie. Los personajes de mis novelas, y en concreto de Limbo, están en el mundo para problematizarlo, para generar preguntas, no certezas. Esa es la literatura que a mí me interesa.
3. Eres un escritor que, además de la ciencia y la cultura pop, parece beber de las fuentes de la filosofía contemporánea y el pensamiento. ¿Cuáles son los desarrollos en ese campo que más te han interesado últimamente y que crees han quedado reflejados en Limbo?
R: Pues la verdad es que leo muchas cosas, pero no sabría decir qué de todo ello ha quedado reflejado en Limbo. Imagino que se trata de una mezcla, una ensalada de ideas y conceptos venidos de todas partes y más o menos vagos, que luego toman carne en la novela. Por otra parte, en mi opinión, trasladar directamente conceptos y aplicarlos a la creación no resulta muy fructífero; es más, creo que en cuestión de traslación de filosofías a las obras es mejor no llegar a entender bien aquello que trasladas, sacarlo de quicio, trazar tangentes, atmósferas más que teorías. De lo contrario resulta todo muy rígido, como si respondiera a un programa.
4. En tu libro hay varias citas a autores como Benet o Sábato. Pero las referencia literarias
fundamentales son el Nuevo Testamento (del que haces unos juicios muy sugerentes) y la obra de J. G. Ballard, en especial La exhibición de atrocidades, lo que me ha parecido una genialidad por tu parte. ¿De dónde sacaste la inspiración si es que eso existe? ¿De tu método
habitual de trabajo? ¿Podrías hacernos una breve sinopsis de él para los lectores de Sub-Urbano?
R: Sí, la inspiración sale de mi propio método habitual de trabajo que, como antes he comentado, va de un lado a otro, como cuando se hace un poema, hallando analogías, cosas que se aparecen desde un caos. Es estar atento a todo, tanto a lo que lees como a lo que ves en la televisión, a lo que cuentas, sin hacer distinciones entre alta y baja cultura, en todas partes puede aparecer la idea, la imagen, la inspiración que conecta historias, que conecta ideas. Es tener una mirada extrañada respecto al mundo. Es también no intentar escribir para cambiar las cosas, ya que entonces nada vas a cambiar, las cosas han de surgir espontáneamente, tras una maduración de la que ni siquiera eres consciente. No hay que tener prisa, ninguna idea se escapa, tan solo regresa tiempo después transformada, dispuesta a ser narrada de manera fluida y ágil. Cuando me siento a escribir, no pienso que en ese momento soy escritor, sino que soy el mismo consumidor de conocimiento, de información o de nada que hace un rato estaba haciendo cualquier otra cosa. Y entonces vierto todo de manera muy rápida. Después lo repaso mucho, no soy un escritor descuidado, pero sí es cierto que aquello que escribí al principio y que creí que era emocionante ya no lo cambio, queda en el texto porque creo que eso es lo que precisamente llaman la voz propia de un escritor, su estilo, su cosmos. Lo que más aprecio en un artista es la creación de un cosmos propio, aunque los resultados de ese artista no me gusten, eso da igual, el gusto no significa nada, lo importante es que cuando abras un libro y leas unas páginas detectes que lo que ha hecho esa persona sólo podría haberlo hecho ella, un universo reconocible y único. Los genios no copian lenguajes sino que inventan ellos su propio lenguaje. Creo que es a eso a lo que debe aspirar cualquier creador. Respecto a la otra parte de la pregunta, Limbo comenzó cuando en un hotel de Guatemala City encontré un Nuevo Testamento en la mesilla de noche. Lo leí y me pareció un libro tremendamente moderno desde un punto de vista estructural, parecen microcuentos, literatura blog, son sucesivos remakes de la vida de un personaje histórico, Jesucristo, y entonces los Apóstoles se me aparecieron como una especie de Internautas primitivos. Y eso lo puse luego en boca de uno de los personajes, de los músicos. Después el libro creció con otras historias muy distintas y todo se fue mezclando.
5. Aunque en anteriores entregas ya flirteabas con la ciencia ficción, tal vez en Limbo y junto a Ballard es donde apuestes más por revisitar el género ¿Qué es lo que te interesa a ti de la ciencia ficción como creador, en especial cuando escribes frases como “La ciencia ficción ya está aquí”?
R: Pues te voy a ser totalmente sincero, la ciencia ficción jamás me ha interesado ni me interesa. Lo que me gusta de la ciencia aplicada a la literatura es su capacidad para construir metáforas en sí misma, no argumentos de novela, no explicaciones a una trama. De hecho, la tecnología –materia prima de la ciencia ficción-, aparece en mis novelas o poemarios porque vivo en un mundo tecnológico y sería absurdo obviarlo, pero no son determinantes para el desarrollo de los núcleos fuertes de las tramas, Lo que sí me interesa es la ciencia, algo que como sabes es muy distinto de la tecnología. Respecto a lo otro que dices, lo del personaje que enuncia esa frase, es precisamente eso: la ciencia real ya ha superado en muchos dígitos las aspiraciones de la ciencia ficción. Tal como yo lo veo, pensar en términos de ciencia ficción es algo un poco nostálgico, en algunos casos casi manierista, es pensar en términos de la primera mitad y parte de la segunda del siglo 20. No digo que esté mal, claro, sólo digo que esa clase de narrativa nunca, ni cuando era pequeño ni ahora, ha llamado mi atención.
6. Volviendo a Ballard, se me antoja la referencia principal en Limbo. Anteriormente, las figuras literarias principales fueron Borges, Cortázar o Vila-Matas. ¿Cómo trabajas esos
referentes literarios en tus libros?
R: la verdad es que no los trabajo, o no sé cómo los trabajo, sencillamente están interiorizados, y aparecen.
7. Curiosamente, Miami sale
mencionado en Limbo a partir de una serie de personajes. La ciudad tiene un muy buen recuerdo de ti cuando estuviste por aquí en la Feria del Libro. ¿Cuál es tu recuerdo de una ciudad que despierta controversias como se ha visto con la publicación del reciente trabajo de Tom Wolfe?
R: No he leído ese trabajo de Wolfe, así que no puedo opinar. Mi experiencia personal en Miami fue la de una gratísima sorpresa. Creía que no me iba gustar mucho, tenía mis prejuicios, y fue una ciudad que me encantó en todos los aspectos. Lo que se cuenta en el libro es cierto, me sorprendió mucho el barrio de Wynwood, con un ambiente muy moderno, muy contemporáneo, nada que ver con los tópicos de exaltación de lo latino que se venden no sólo en España sino en el resto del mundo. Pero es que además me gustó también esa capa latina mezclada con lo anglosajón, una mezcla rarísima y muy estimulante que no creo que se dé en muchas otras ciudades del mundo. Hay tensión, sí, pero es una tensión plana, tranquila y acogedora, como una cama elástica. Nada que ver con la Costa Este, en general mucho más envarada y rígida. Además de en la Feria del Libro, invitado por el Centro Cultural de España y por mi editorial, Alfaguara, estuve dando una conferencia en la University of Miami, que está en Coral Gables, y fue toda una experiencia.
8. En una conferencia escuché a una académica considerar que tu obra es eminentemente ensayo. Y creo que algo de eso hay, también en este libro, en especial cuando leo pasajes
como “La Conjetura de la Realidad”. Pero también poesía, dada tu autodefinición de poeta y físico. Puesto que hablamos de una novela (o una antinovela, según se mire), ¿que opina el autor de la criatura al
respecto?
R: Para mí, todo lo que hago es poesía, ya estemos hablando de novela, ensayo o poesía propiamente dicha. O por le menos, en mi cabeza nada de eso se diferencia de la poesía, me resulta muy difícil separarlo, quizá debido a que aunque luego, en el papel, tome formas distintas, todo parte de imágenes, asociaciones, intuiciones de núcleo poético.
9. Teniendo en cuenta que en el pasado te embarcaste en un proyecto audiovisual, otro de DJ con Spoken Word, y ahora estás inmerso en uno musical (Frida Laponia), además de
tus libros, se me antoja muy sugerente que nos hables de tus proyectos futuros en conjunto, no solo de los literarios.
R: Bueno, lo del Spoken Word sigue vigente: Afterpop Fernández y Fernández, con Eloy Fernández Porta. El grupo musical, Frida Laponia es con Juan Feliu. Con esas dos cosas sigo, pero lo que soy es escritor, todo ello orbita en torno a la literatura. No tengo más proyectos conjuntos. Ahora estoy con dos novelas, un ensayo y un poemario, todo ello muy avanzado, pero en su escritura voy sin orden, salto de una cosa a otra según el momento, el estado de ánimo, los inputs externos e internos.
10. Suelo finalizar mis entrevistas con una pregunta sobre las referencias. Vamos con ella aunque creo que esta vez se ha contestado previamente: ¿podrías darme los nombres de tres escritores para ti imprescindibles, al menos uno de ellos iberoamericano?
R: Bueno, me obligas a dejar fuera a por lo menos a 100. Por ejemplo: Borges, Thomas Bernhard y Don DeLillo.
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