lunes, 22 de diciembre de 2008

EL ASTRONAUTA Y LA NARRACIÓN DE LA REALIDAD

Preocupado por el contenido de la entrada anterior, la de la narración de la realidad, me pondré en contacto con el astronauta para que me dé su opinión al respecto. Ya puedo visualizar que desde su estación espacial me contestará lo siguiente:

"1. La idea global de realidad consensuada por los humanos de las épocas moderna y posmoderna, no sólo la realidad exterior, sino aquella que sucede en el cerebro humano, tiene un comportamiento caótico. Por caótico quiero referirme a un comportamiento que no se puede describir exactamente mediante el intelecto (narración, fórmula, modelo matemático).

2. Curiosamente, la naturaleza de la mente humana (aunque también está compuesta por elementos de esa realidad caótica) tiende de forma innata a construir modelos explicativos (desde las religiones a la ciencia) que intenten narrar esa realidad, a razonar a posteriori las causas de ese caos.

3. Por tanto, tal vez la realidad no sea narrable, pero los humanos estamos condenados a intentarlo."

Vamos, me hablará del mito de Sísifo en su versión más cibernética. Tal vez, como decía Camus, ese esfuerzo no tenga sentido. Pero yo creo que justifica la existencia en sí misma. Sino, qué es lo que hace el astronauta en su estación espacial.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Algunas cosas que se me han pasado por la cabeza leyendo sobre la visualización de sus respuestas.

1. Los modelos son evocaciones. Hay una técnica de sondeo interno del sistema nervioso, menos invasiva que un TAC, que se llama potenciales evocados. Intentar una descripción es siempre aproximativo. Como decía San Agustín, uno sabe qué es el tiempo hasta que te lo preguntan.

2. Por otro lado, es casi imposible no realizar dichas acciones interpretativas. Casi diría que lo que se consigue es reprimir algunos modelos y sustituirlos por otros, de mayor complejidad, incluso en su sencillez y eficacia (cuando ha sido necesaria la técnica para llegar a lo simple)

3. Lo intentamos, eso seguro. Pero la realidad, en su idea desbordante, es narrable. No se trata tanto del número de páginas, de las horas de metraje, de la superficie del mapa. Se trata de la densidad, del poder de transmisión de unos actos, unas palabras. Grant Morrison dice que incluso los pensamientos son hechos físicos –sinapsis, claro-, condicionados por pensamientos previos, dietas, entornos y situaciones que en ellos se dan. Quizás la realidad no es narrable, pero la lectura de “una” narración está alterando otra narración –la conciencia de otra persona-, en otro tiempo y lugar, lo que en cierto modo nos habla de su fuerza.

A ver qué te dice la Estación Sísifo en órbita alrededor del asteroide Camus. Sino, qué es lo que hacemos esperando los mensajes del astronauta en su estación espacial. Un saludo y hasta otra.

Felices fiestas.

cgamez dijo...

Perdón por la tardanza (atracón navideño, gracias por los buenos deseos, el astronauta los enviará recíprocos).

Creo que aciertas plenamente en el concepto "transmisión". No se que opinará el astronauta porque a veces no le entiendo ni yo mismo, pero me parece que esa capacidad de comunicación "tan humana" es una de las claves para intentar reconstruir los puentes de la narración (aunque la posmodernidad y la deconstrucción nieguen que esa comunicación sea plena) Pero ahí se observa la potencia del concepto transmisión, porque algo siempre se transmite, llega, pese a que no lo haga como el creador pensaba que lo haría. Precisamente, esta reconstrucción colectiva del mensaje (conocimiento compartido) me parece mucho más fértil que la idea romántica del conocimiento y su transmisión (por no hablar de la idea ilustrada). En ese sentido veo interesante creo que el concepto de lo real puede narrarse, transmitirse ciertas sensaciones, compartirse.

Respecto a lo que comentas de la influencia de una narración, me ha recordado a aquello que afirman los neurocientíficos. Que las redes de memoria y las redes de percepción están entremezcladas en nuestro cerebro. Que las percepciones en presente influyen y reinterpretan nuestros recuerdos (la memoria, una de nuestras señas de identidad, está por tanto en continua reelaboración).

Un saludo y buenas fiestas.