Conocía Barcelona
Inconclusa (http://www.barcelonainconclusa.com/),
el blog de Laureano Debat (Lobería, Argentina, 1981), periodista argentino
afincado en Barcelona y amigo. Lo consultaba con asiduidad y había leído buena
parte de sus entradas. Algunas de ellas fueron incluidas en el monográfico
sobre Barcelona que publicó Nagari en papel, que yo ayudé a coordinar junto a Eduard
Reboll. Así que cuando la editorial Candaya decidió publicar el libro inspirado
en el espacio virtual: Barcelona
inconclusa, pensaba que su lectura no me iba a sorprender. Me equivocaba.
La versión en papel de la investigación periodística de Debat cristalizada en
una suerte de crónicas sobre Barcelona, me muestra a un autor que ha crecido,
que maneja de forma admirable los datos, que ha asimilado todas las lecturas de
estos últimos años, como se observa en la primera entrada: “Barcelona como una
ficción inconclusa”, que ejerce de prólogo. En definitiva, que se ha convertido
en un narrador más completo, y Barcelona
inconclusa, el libro, es la prueba. Teniendo en cuenta que las entradas que
figuran en el escrito ya no lo hacen en la página web, el espacio virtual se
convierte en una extensión que construye un diálogo con la obra física.
En los intersticios de esas líneas respiran otros libros que
sé que Debat ha leído. Principalmente, se respira a Hunter S. Thompson porque
el narrador de Barcelona inconclusa practica
una suerte de crónica gonzo inspirada en el periodista suicida norteamericano
pero con una mirada propia, más tierna. Para narrar una carrera popular, Debat
se inscribe y corre los once kilómetros aunque saque el esófago por la boca.
Para saber lo que ocurre en el interior de una marcha ciclista reivindicativa,
aparca su vehículo de dos ruedas compartido con Bicing y alquila una bicicleta
como Dios manda: “con asiento fijo y freno de pedal.” (p. 62)
También se intuyen otras obras, más enraizadas en la
realidad local. Es el caso de la crónica “Flyers a la parrilla”, que recuerda Yo, precario, el libro de Javier López
Menacho, pero en clave argentina. Si López Menacho diseccionaba una galería de
oficios contemporáneos, a cual más esperpéntico, Debat se maneja repartiendo
flyers en la confluencia entre el Passeig de Gràcia y la calle Aragón, junto a
la Casa Batlló. Lo hace para un asador argentino cuyos dueños le exigen una
entrega incondicional. Sin embargo, lo que el cronista extrae de esa
experiencia no es un buen pedazo de carne sino finos juicios sociales sobre la
ciudad, como este: “Sibaritas y mundanos son caminantes que el Passeig
de Gràcia reclama, necesita y fabrica. La avenida de la burguesía catalana
pujante, el emblema de la ciudad europea se mantiene vivo, sobre todo, gracias
a ellos.” (p. 27)
La condición argentina recorre transversalmente el escrito y
lo estructura. El primer bloque de entradas describe el aterrizaje del cronista
en Barcelona. No porque conociera la historia que encierra “La vida en rouge”,
deja de ser impactante. Esa crónica del joven periodista argentino que comparte
piso con dos prostitutas es la que dota a Debat de voz propia. De ahí pasará a
la búsqueda de trabajo, de otro piso menos ajetreado en un casting
contemporáneo, hasta insertarse en la ciudad, ser un inconcluso más.
El clímax del libro se alcanza con la lectura de “Anubis se
viste de Ziggy Stardust”, la investigación que reconstruye el perfil biográfico
de Juan Andrés Benítez, muerto de un infarto tras ser reducido y golpeado por
un grupo de mossos d’esquadra. Debat se desempeña a conciencia en esta entrada,
reconstruyendo la vida del fallecido, tanto en su Jerez natal como en Londres, realizando
una crítica a los medios de comunicación y estructurando el texto a partir de
Pepe, el bóxer del fallecido. El autor se muestra como lo que es: un periodista
como la copa de un pino. Soberbio.
Para entonces, Debat se encuentra plenamente integrado en la
ciudad inconclusa. Escribe un texto sobre la industria de la moda que ha
surgido con la eclosión del independentismo y se atreve con una manifestación
españolista no tan multitudinaria. Hace uso de sus hábitos para componer
crónicas de consumo, pero sigue utilizando su disfraz gonzo para hablar de
perros o para cubrir un congreso esotérico.
Curiosamente, cuando el narrador se mete entre las baldosas
del territorio que habita, es cuando siente la melancolía por la tierra natal.
Lo hace escribiendo crónicas con forma esférica: un partido de la selección Argentina
de fútbol en el mundial de Brasil, y la celebración por Racing de Avellaneda a
trece mil kilómetros, no sin sufrimiento. Esa pequeña crisis se solventa con la
crónica focalizada en algunos de los barrios más humildes de Barcelona: Ciutat
Meridiana, Can Peguera. Para terminar con un muy buen cierre por partida doble.
1) El texto dedicado a uno de los eventos emblemáticos de la Barcelona
comercial y emprendedora: el Mobile World Congress; y 2) la entrada “Barcelona
ciudad abierta”, dedicada al festival arquitectónico Open House. En ella, el cronista
se desplaza de un lado a otro de Barcelona en metro para cubrir el evento, y
construye una telaraña que sirve a las mil maravillas para tejer el cierre
narrativo de esta Barcelona que nunca concluye.
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