Mi columna de este mes en Suburbano:
En un principio, Iris, la última
novela de Edmundo Paz Soldán, es una nueva contribución del autor
boliviano al género de la ciencia ficción después de El delirio de Turing y Sueños digitales,
novelas pertenecientes a la primera época creativa del autor. Una nueva
contribución que se inició con el relato “Luk”, publicado en Revista ñ,
como el arranque de un mundo imaginario en torno al planeta Iris del
que la novela del mismo nombre es la culminación. Sin embargo, una
lectura minuciosa de esta fábula, que se situa tras una dramática
explosión atómica y el descubrimiento de yacimientos mineros de notable
interés, da lugar a otras interpretaciones.
Para empezar, porque se
trata de una novela de notable carga política, una disección del poder a
través de SaintRei, la corporación industrial que explota las minas de
Iris después de que los humanos que habitan Munro, otro planeta
imaginario, invadieran y controlaran políticamente el planeta que da
nombre a la novela. Como es de esperar, se genera un movimiento de
resistencia entre los nativos de Iris y la novela es la narración de esa
lucha, con voces provenientes de los dos bandos (humanos y nativos
irisinos). Hasta aquí un elemento que, aunque redimensiona la novela, no
resulta tan extraño en el género de la ciencia ficción, en especial, en
el ciberpunk, que comparte con la novela de Paz Soldán la creación de
atmósferas opresivas, en el caso de Iris, a partir de las explosiones atómicas que iniciaron la desgracia de los irisinos:
“las pruebas nucleares de mediados
del siglo pasado habían convertido a los irisinos en lo que eran y a la
región en un campo radiactivo donde pocos seres humanos que llegaban de
Afuera sobrevivían más de veinte años. Que a fines del siglo pasado el
descubrimiento del X503, un mineral liviano y resistente con múltiples
aplicaciones industriales, hizo que Munro, a cargo del protectorado,
aprobara las concesiones para la explotación de X503 a SantRei. Que el
dinero fácil hizo que inmigrantes desesperados y aventureros de toda
condición aceptaran el contrato vitalicio, con todo lo que ello
conllevaba: la imposibilidad del retorno a Afuera” (8).
El pasaje supone la
fundación del particular universo literario de Iris y es una
demostración de las relaciones que determinan la agenda de las
corporaciones y cómo juegan con el destino de los seres vivos. En este
sentido, la novela se desarrolla en un claro entorno posthumano, no solo
por culpa de la crisis nuclear que está creando seres deformados:
“Los irisinos dotros pueblos en la
isla sufrieron problemas desde la llegada de la primera lluvia. Su piel
se fue decolorando, con los años adquirió su característico color claro.
Muchos se quedaron ciegos, otros perdieron la pigmentación del iris.
Hubo a quienes la cara se les llenó de pústulas. Nacían niños con
defectos físicos, se hizo habitual el cáncer de la piel, el de la médula
ósea, el de la sangre” (190).
También como consecuencia de la
guerra entre irisinos y soldados humanos. Una guerra en que los humanos
son reconstruidos con máquinas: “Si le reconstruían más de la mitad del
bodi seguiría siendo humano o quizás eso lo acercaría a los
artificiales. Todo dependía de las partes que fueran reconstruidas”
(14).
Lo más interesante en la
ambientación de la novela, que ya se encontraba como recurso en el
cuento, es el uso que Paz Soldán hace del léxico para contruir ese
particular universo narrativo y que se articula a partir de tres
estrategias:
1) El lenguaje indígena de los habitantes de Iris: sha, rikshò;
2) El uso españolizado de expresiones en
Spanglish para los soldados que luchan a las órdenes de SaintRei: den
por then, bodi por body, saico por psycho;
3) la renominalización y la invención de productos tecnocientíficos o militares: shanz pot, jetpacks, swit.
Este nuevo léxico, unido
al entorno posthumano, es lo que da a la novela esa pátina de ciencia
ficción. Pero si hacemos el experimento de cambiar alguno de los
términos utilizados en la tercera estrategia por su equivalente en
nuestra sociedad (por ejemplo, swit por pastilla), observamos que una
lectura detallada arroja como resultado el mensaje de que la naturaleza
humana subyace idéntica pese al entorno. Por ejemplo, cuando uno de los
personajes, Xavier, se plantea sus problemas con los swits (o
pastillas), drogas distribuidas por SaintRei entre los soldados:
un swit para la ansiedad le producía
ciertas reacciones que solo podían tratarse con otro swit, que a la vez
tenía efectos que debían calmarse con otro swit. Se le cruzaba por la
cabeza dejar todo de golpe, buscar soluciones naturales para sus dolores
y ataques de pánico, pero había internalizado desde niño que era
imposible enfrentarse a la vida sin alguna forma de ayuda química –para
solucionar sus males, para escapar del agobio de lo real— y la sola idea
de no tener a mano swits le producía ansiedad (que debía tratarse con
otro swit).
Un pasaje que bien
podría formar parte de cualquier novela existencial contemporánea.
Mientras que la cita sobre deformaciones anteriormente mencionada
recuerda a Lluvia negra, la novela sobre las desastrosas
consecuencias de la bomba de Hiroshima escrita por Masuji Ibuse. Porque
esta es una novela sobre la guerra. Sobre los desastres de la guerra. En
muchos pasajes y dada la estructuración de la contienda, entre soldados
humanos que apoyan a una corporación industrial y una resistencia
autóctona, el libro asemeja a una novela sobre la ocupación
estadounidense de Iraq, incluidos los fragmentos dedicados a la religión
y la espiritualidad, elemento fundamental en la contienda. Esto se debe
a que, pese a las mutaciones y el entorno posthumano, los sentimientos
de los personajes son esencialmente humanos en una novela centrada a
criticar culaquier tipo de guerra y ocupación: “se sintió un tonto por
haber creído, cuando crecía, en el heroísmo de la guerra, en el coraje,
en el valor; en todos esos mitos que hacían que jóvenes como él se
enrolaran en ejércitos y fueran al frente sin miedo a morir” (17). Un
clásico en un nuevo universo narrativo. Una excelente novela.
© 2014, Carlos Gámez. All rights reserved
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