Si me piden que les explique el
argumento de El fondo del cielo, de Rodrigo Fresán, lo
cierto es que me pondrán en serios apuros. Porque El fondo del
cielo no va de nada, y sin embargo, la novela tiene en vilo al
lector desde la primera página. A mi entender, esas son las dos
mejores cosas que se pueden decir de un libro. Resulta evidente que
nos encontramos frente a una gran novela. Pero además, se trata de
una novela de ciencia-ficción cuyas características se utilizan
tanto para contextualizar la obra como para hacer uso de recursos
propios de la ciencia-ficción con una intención literaria, como en
los contactos con alienígenas o las visiones sobrenaturales. Así
que nos enfrentamos a un libro que, como la novela de Jonathan Lethem
Cuando Alice se subió a la mesa, trata la ciencia-ficción
de otra manera, mucho más sugerente a lo que el género nos ha
deparado en los últimos años. “Porque la Historia de lo que fue
-toda teoría, novela o ensayo literario- es también una novela de
ciencia-ficción”, como dice su autor.
El libro trata de la historia de un
grupo de pioneros de la ciencia-ficción, allá por la década de
1920 en Nueva York. Tres jóvenes, una hermosa chica y
dos chicos que se enzarzan en un triángulo amoroso. Suyas son las
voces de los narradores de cada una de las tres partes en que se
divide la novela. Hasta aquí parecería una historia común. Pero de
la mano de Fresán, el relato se transforma en un homenaje a Nueva
York tras el 11-S, en la construcción de un mundo extraterrestre
-Urkh 24, que aparece en obras anteriores del mismo autor y aquí se
utiliza como recurso estilístico-, y en un tributo al género de la
ciencia-ficción por parte del autor, que habla de 2001, de Lovecraft, de Philip K. Dick y, por encima de todos, de Kurt Vonnegut..
En el texto, Fresán
afirma que: “La memoria es una máquina del tiempo en reversa tan
potente como lo es -siempre hacia delante o en múltiples direcciones
alternativas- esa otra máquina del tiempo que es la imaginación.”
Y la novela es sobre todo eso: un relato coral de los tres
protagonistas. Un relato en donde las grandes obras de la literatura universal se hacen pasar por relatos pulp de sci-fi. El texto, que se inicia con el estilo habitual de Fresán (frase larga y disgresiva), acaba "en el lenguaje de la ciencia-ficción:
un estilo simple por mandato, porque sabe que tiene que convencer de
cuestiones complejas, con palabras creíbles para situaciones
inverosímiles", lo que demuestra lo versátil del autor y cómo, en el fondo, esta es una novela de y sobre ciencia-ficción.
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