Siempre pienso que los demás, amigos y conocidos, no tienen la culpa de mis problemas personales, y por eso intento alegrarles la existencia, sofocar su ansiedad vital con humor, distraérles en su tránsito hacia la muerte. Aunque algunos sean unos auténticos cafres, o aunque yo también comparta esa angustia existencial, esa desesperación, pero lo disimule.