jueves, 5 de marzo de 2015

UNA NUEVA RESEÑA DE EMERGENCIAS

Esta vez en la revista Verböten (o Verbo10)




Por Nacho Lopez


Emergencias, doce cuentos
iberoamericanos (Candaya, 2013)
El cuento y los otros formatos de la brevedad, nos avisa Jorge Carrión (editor de Emergencias) en el prólogo, son para el escritor el gimnasio natural donde ensayar un estilo y un mundo. Nunca hay que dejar de entrenarse, de afinar la voz a través del relato breve, que es el género que, para quienes escriben, está más cerca.

Julio Cortázar respondió cuando le preguntaron qué concepto tenía del cuento: “Muy severo: alguna vez lo he comparado con una esfera; es algo que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos.”

Doce autores emergentes de Iberoamérica nos muestran los resultados de esa experiencia en la que cada uno de ellos habrá intentado moldear su propia esfera. Cada uno desde su taller personal; volcando en ello emulaciones y homenajes a los maestros; admiración, crítica y emancipación: lecturas; con el objetivo de encontrar y fortalecer una voz propia.
Doce piezas breves que le permiten al lector adentrarse en parte de lo que será (de lo que ya está siendo) la nueva literatura en español. Adelantos cortos y certeros de la conformación de esas nuevas voces.

Cada uno de los cuentos de esta antología es una Emergencia porque su autor hace con él uno de sus primeros asomos a la superficie, tanto se erige como se deja ver, y se expone así por primera vez (segunda o tercera a lo sumo) a la crítica o al debate, pero también porque son relatos urgentes, confeccionados desde la urgencia o la desesperación, porque ya no podían no ser contados.

El primer relato y el último, Durante el asedio y Nuestra casa, sirven no sólo para marcar los puntos temáticos por los que transita la mayoría de los cuentos que componen este volumen, también representan los vuelos narrativos más altos del libro, las esferas cuya redondez mejor se cierra. El primero, de Antonio Galimany (Rosario, 1987), narra la necesidad imprevista de salir a la calle de un protagonista ermitaño en medio de un estado general incierto. El autor organiza el texto de modo tal que, aun deteniéndose en pequeños detalles y reflexiones, el ritmo narrativo nunca pierde la armonía. En el registro de Galimany se pueden vislumbrar sus lecturas de Juan José Saer, una emulación que se hace explicita, patente, casi un homenaje, cuando recuerda uno de los últimos (des)encuentros del protagonista con su padre, él desde la calle y su padre desde un colectivo en movimiento.

Jorge Carrión editor de Emergenciasdoce cuentos iberoamericanos 
El cuento que cierra la antología, de Àlex Oliva (Barcelona, 1974), cuenta con casi la totalidad de los tesoros que un lector espera de un cuento: se deja leer, sorprende e invita a la reflexión inmediata y a la rememoración posterior. Ambos cuentos narran consecuencias directas de la crisis económica en los protagonistas, pero sobre todo formas de actuar, modos psicológicos de responder al temor o la incertidumbre social. Si Galimany habla de cómo las circunstancias excepcionales del país o al menos las versiones de esas circunstancias excepcionales justifican los excesos y el abandono de la razón, Oliva nos pasea por las paredes de cartón del sueño edilicio español, nos cuenta una de las versiones de cómo lo nuevo, mal hecho, puede ir tomando ribetes fantasmagóricos hasta transformarse en una pesadilla. Ambos cuentos dan la impresión de poder ser intercambiables: el de Galimany podría transcurrir en el extrarradio barcelonés, mientras que la urbanización de Oliva podría ser construida en el conurbano bonaerense o rosarino. O tal vez ambos podrían suceder en la misma ciudad, uno veinte años después del otro, como si las coyunturas española y argentina fueran lo intercambiable, caras distintas de una misma rueda que a medida que gira va plasmando en un sitio y luego en otro realidades similares. Como si la realidad fuera eso.

En todos los cuentos de la antología las distintas pantallas (fotos, redes sociales, videos, etc.) sirven si no de hilo conductor sí de recurso narrativo o de expresión de los protagonistas, pero es en los cuentos de Galimany y Oliva (sobre todo en el de éste último), donde la pantalla utilizada es la pantalla primigenia y ya a esta altura podríamos decir que anacrónica: la fotografía impresa.
Es preciso mencionar el aporte difícil de encasillar en un género y un estilo de Mariana Font (Montevideo, 1977) con su cuento Las funciones de la boca. Demasiado breve, deja a este lector deseoso de disfrutar su futura obra, además de agradecido por la insólita utilización del apelativo turgente aplicado a un sustantivo que no sea el pecho femenino.
Algo similar me ocurre con el cuento de Carlos Gámez Pérez (Barcelona, 1969) pero por distinto motivo. Ya había leído El cambio, un aparato futurista aparecido originalmente en Artefactos (Sloper, 2012), el conjunto de relatos que le valiera al autor barcelonés el IX concurso Cafè Món.
Emergenciasdoce cuentos iberoamericanos (Candaya, 2014)
El mexicano Eduardo Ruiz Sosa (Culiacán, 1983) accedió al máster académico del que surge esta antología luego de ganar la primera beca Han Nefkens. Al igual que ocurre con Gámez Pérez y Yannick García (Amposta, 1979) el cuento que aporta Ruiz Sosa a esta compilación, Gastón Tévez o la voluntad de marcharse, ya había sido publicado con anterioridad. Se trata de un texto verdaderamente prometedor que se vio correspondido meses después por la novela resultante de la beca a la que accedió el escritor mexicano. Anatomía de la memoria fue publicada por Candaya este año y ya ha recibido una vertiginosa cantidad de críticas positivas.
Se puede decir de esta antología que no es exactamente generacional, hay casi veinte años de distancia entre el autor más joven y el más longevo. El hecho de ser producto de un máster universitario y lo que Carrión menciona en el prólogo acerca de la evolución de la pedagogía en la creación literaria, que antaño era más autodidacta o particular, que actualmente se ha sofisticado con la aparición de escuelas de escritura y la enseñanza desde las universidades, nos sirve para ubicar esta antología en un marco académico, perteneciente a una literatura que “se incorpora tardíamente a dinámicas que la música o las artes plásticas asumieron hace siglos”.
Con edición y prólogo a cargo de Jorge Carrión, que es profesor y coordinador académico del Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y un entrañable epílogo de Juan Villoro que incluye un decálogo y su relato de la experiencia educadora monterrosiana, Emergencias,doce cuentos iberoamericanos no sólo representa un puente narrativo entre dos regiones hermanadas a través de la literatura sino que también podría ser una especie de síntesis de la apuesta filosófica de una editorial como Candaya, que en diez años de vida empieza a dejar una marca fuerte en lo que se refiere a la relación fluida e insoslayable que existe entre las letras de España y Latinoamérica, poniendo los ojos, atentos y reflexivos, en lo que ocurre a un lado y a otro del océano. Y en lo que ocurre en el medio, por supuesto, también. 

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