domingo, 9 de febrero de 2014

3052 KM


Esa es la distancia que separa al pueblo de Mamadou Dia de su sueño en Murcia. Así lo relata en el libro del mismo nombre, 3052. En él, a modo de testimonio, no solo relata en qué consistió su travesía desde África hasta la Península Ibérica, también describe las dificultades que un inmigrante subsahariano encuentra al tratar de adaptarse a una cultura tan diferente a la suya.

El texto de Mamadou es un cajón de sastre escrito de forma fragmentaria, lo cual no es criticable porque ese es uno de los formatos híbridos, a medio camino entre el relato, el ensayo, el diario y la reflexión personal, que están tomando algunos escritores contemporáneos. Con el añadido de que se trata del primer libro de Dia, escrito en una lengua que no es su lengua materna ni el francés que le enseñaron en la escuela, lo que resulta muy aplaudible.


Debo confesar que yo empecé mis andanzas literarias con un relato testimonial, el de mi encierro en los calabozos de la comisaría 6 de Managua en el verano de 1995, que relaté en Managua 6: Diario de un recluso, y este texto me ha traído a la memoria las dificultades con las que se encuentra el escritor novato cuando quiere relatar algo muy visceral que le ha sucedido.


Como libro testimonial, el texto encierra una fuerza y una sinceridad dignas de encomio al describir las situaciones que describe. También resultan muy interesante algunos datos, como el papel fundamental que tuvieron los móviles con GPS en la oleada de pateras que arribaron a las Islas Canarias en 2006. No me parecen tan atractivas, en cambio, las reflexiones ideológicas, que se tratan desde una perspectiva oenengera un tanto absoluta y que no tiene porque compartir todo inmigrante que arribe a España en la forma en que lo hizo Mamadou. Aunque en honor a la verdad, he estado repasando mi relato testimonial sobre los calabozos de Managua y he encontrado reflexiones parecidas. Imagino que se debe tratar de un defecto de fábrica de los escritos primerizos.

Sin duda, lo más destacado del libro empieza cuando es el propio Mamadou quien se presenta de voluntario en Cruz Roja para ayudar a otros inmigrantes que están arribando a las playas españolas en patera, como él hizo. Es en el instante en que les da agua y ellos le preguntan en francés qué les va a suceder, y Dia responde con total tranquilidad que les llevarán a comisaría, cuando el lector se da cuenta de que el narrador ha experimentado un gran cambio. Ya no es el inmigrante ingenuo que pisó las playas españolas con la misma ignorancia que los muchachos a los que asiste, y esa pérdida de ingenuidad podría ser la clave para narrar la experiencia inmigrante. Lástima que el autor no decida seguir la narración por ese camino.

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