viernes, 29 de julio de 2011

La revolución silenciosa

La revolución silenciosa


Esa, la revolución silenciosa, es la que está volviendo locos de alegría a los consejos directivos de las grandes empresas de hidrocarburos del mundo (por no hablar de las empresas medianas, que fueron las que desarrollaron la técnica que supone esa revolución).
Cuando, según la teoría de Hubert, estábamos alcanzando el pico de producción del petróleo. Cuando parecía que la sociedad debía cambiar sus hábitos de consumo para adaptarse a un futuro sin combustibles fósiles, resulta que la industria gasística mundial desarrolla una nueva técnica que permite extraer la práctica totalidad del gas natural del subusuelo. El denominado gas no convencional. Una nueva forma de conseguir energía que no solo va a permitir a países como EEUU abastecerse de energía durante casi 100 años, sino que va a cambiar el mapa geopolítico mundial.
Cabe decir que en todos los análisis que se habían realizado sobre un futuro sin combustibles fósiles, algunos especialistas albergaban la esperanza de que las nuevas técnicas provenientes de la ingeniería permitieran mantener la producción. Debo afirmar que yo era pesimista ante esa posibilidad. El futuro ha acabado negándome la razón y dándosela a ellos.
Quedan aún por discutir las repercusiones medioambientales que conlleva esta nueva situación. La producción de gases que puedan agravar el cambio climático y el daño que se efectuará con los nuevos métodos de extracción en acuíferos y zonas ecológicamente protegidas.
Lo que tengo muy claro es que en EEUU se va a seguir apostando por la economía de consumo y el vehículo privado. Sobretodo, después de noticias como ésta, y de ver junto a mi hijo las dos entregas de la película Cars; dos films de animación en donde no aparece ni un animal. Películas que pretenden recuperar la melancolía estética de los tiempos en que el coche era el centro de la economía, y por tanto del mundo. Una estrategia tan chocante en una factoría de sueños como la compañía Disney, la misma que pobló las ilusiones infantiles de las generaciones precedentes de cervatillos, osos y peces. Y que ahora sustituye las vacas por tractores. Solo el tiempo dirá adonde nos lleva esta revolución silenciosa. 


4 comentarios:

carlos maiques dijo...

Hola otra vez. No creo que la revolución silenciosa succione toda la naturaleza por el camino. Al menos, con tanta rapidez. Confío en sus previsiones: si pretenden elevar las temperaturas, el CO2, la posibilidad de desastres medioambientales, es porque pretenden durar, al menos, cien años más con estos criterios energéticos. Lo que es una salvajada, ciertamente. Pero incluso veinte años de tecnologías alternativas, surgidas dentro de este paisaje amenazador, pueden resolver este gran problema (qué idea del futuro medio-lejano teníamos los niños y adolescentes de los años setenta). Ojalá, espero, no se tratara sólo de lo poco rentables en plazos inmediatos que son, en apariencia, las nuevas fuentes de energía. Lo de Cars es verdad, pero también está Wall-E, o, Douglas Trumbull mediante, esos solitarios robots jardineros, que cuidan lo que subsiste de nuestro planeta desde el silencioso camino de las naves misteriosas, allá lejos en el espacio exterior. Un abrazo y hasta otra.

cgamez dijo...

Hola Carlos. Yo tampoco creo que el gas no convencional lo succione todo. Lo que me asombra es esa apuesta de órdago por los combustibles fósiles que hace la mitad de la población norteamericana, incluido su aparato de propaganda. Lo que me sorprende es lo ideológico que hay en sus actos. Da la impresión de que quieran llegar hasta las últimas consecuencias, morir matando. Y eso es preocupante, porque nos aboca a un final sin futuro. En muchos aspectos, me recuerda a la segunda etapa del Imperio Romano. Mientras hubo capacidad de poder, el Imperio siguió por su camino sin atender a los avisos de debacle económica y crisis moral a la que se estaba dirigiendo. Después fue demasiado tarde. El Cristianismo pasó a ser el centro del discurso moral, todas las élites se convirtieron (las mismas que antes renegaban) y se decidió que la culpa era de sus paganos antepasados. Un proceso un tanto extremado. A veces pienso que vamos por el mismo camino. Y el carácter catastrófico del camino no me gusta.

Muchas gracias por el aporte y fuerte abrazo.

carlos maiques dijo...

Hola de nuevo. Como dices, son procesos un tanto drásticos, pero no otra cosa es la tecnología, que se diría de una evolución saltacionista. El problema de la apuesta por los combustibles fósiles, al menos según lo veo actualmente, no es, ni mucho menos, la contaminación o cualquier otro problema asociado: es la ausencia de asumir el "riesgo" de ser responsable, que no es otro que el no tener beneficios escarpados (seguirían teniéndolos, sin duda; la ausencia de pensamiento en el futuro de las especies, de todo signo, incluso las humanas. La debacle económica es muy evidente, basta con salir a la calle; la crisis moral es algo que se deplora en casa, y me temo que no tan generalizado como la ansiedad. El catastrofismo y las carreras hacia delante tienen un objetivo, que es triunfar en el facilismo de una respuesta final, prescindiendo de la duda. Esperemos llegar a ser mejores que eso. Disculpa la andanada!
Otro abrazo y feliz verano.

cgamez dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que dices. Yo veo que los yanquis pueden volver a ganar la carrera por la dominación mundial una vez más. El problema reside en el día en que ya no haya más carreras que emprender porque escaseen los recursos.

Abrazo y feliz verano también para ti.