Tal vez este no sea el lugar por eso de que se trata de un blog de libros y esto es un juguete. Pero el caso es que por iniciativa de ese escritor, crítico, profesor de escritura y (cada vez más) agitador cultural llamado Jorge/Jordi Carrión, ha visto la luz El juguete rabioso, un fanzine de fake, remake, ensayo ficción y rabia que ha juntado a un nutrido grupo de colaboradores (véase imagen), muchos de ellos inconscientes de su (co-)labor.
Y como yo me he hecho con uno de los 250 rabiosos ejemplares numerados (el 24). Y como su título juguetón coincide con el de una novela de Roberto Arlt. Y como aparece texto (no solo crítica, también creación como indica el subtitulo). Pues voy a reseñarlo.
Para empezar diré que una reivindicación (rabiosa, por supuesto) de Mark Danielewski como la que se encuentra en el primer artículo es necesaria. Necesaria porque a estas alturas de la película, el autor de la primera novela del siglo XXI (otro juguete) sigue sin tener su traducción al castellano (sí, serían elevados sus costes, pero qué hay de las editoriales independientes de prestigio y su rabiosa labor). Otra reivindicación es la de Ben Greenman (autor este, desconocido para mí). El juguete contiene también buen cómic metacómico y tres textos de (rabiosa) creación:
1) Un edit literario de Marc Caellas, versión contemporánea de ese paseante que fuera Robert Walser.
2) Un poema relato sin comas a lo Molly Bloom con tintes bíblicos posmodernos de Jaime Rodríguez Z.
3) Un ejemplo de apropiación de textos de otros autores (la contribución más larga) que en manos de Jorge Carrión parece que puede funcionar como (una) técnica literaria (muy juguetona).
Para la próxima entrega solo mejoraría un aspecto del diseño. Es cierto que Robert Juan-Cantavella se ha esmerado es su parte del juego y a uno le han regresado maravillosas evocaciones de cuando recortaba con tijeras y pegaba textos en su fanzine rabioso de turno. Y del punk. Pero también es cierto que entonces las páginas que salían mal impresas lo hacían por azar y no por la voluntad y la dedicación de los (co-)laboradores. En El juguete rabioso a veces parece que se ha decidido de antemano hacía donde se inclinará el texto en cada página. No creo que sea necesario. Si el trabajo se hace bien y con pocos medios (y al parecer este es un proyecto de rabiosa autogestión económico-cultural) el juego y el retorno a las fotocopias ponen a cada texto en su sitio.
En definitiva, una apuesta sugerente. Parece que vuelve el DIY (Do It Yourself). Y eso es aplaudible, porque le da frescura a un hecho como es el cultural, muchas veces encorsetado. Además de aportar ideas para aquellos amateurs que tienen buenas y rabiosas iniciativas, que juguetean bien aunque carezcan de medios (algo que ya permite Internet). De hecho, este retorno a las fotocopias me ha recordado al documental (también juguetón) realizado por Banksy el año pasado y del que Carriónse hiciera eco. Iniciativas como El juguete rabioso pueden darle un impulso creador a la crítica y a la literatura, de la misma forma que lo ha hecho el Street Art (bien entendido) en el mundo del arte visual, recuperando valores como creación, trabajo elaborado, actitud y transgresión (como se observa en ese falso reportaje de falsos amateurs). Siempre desde la rabia y el juego.
Carlos Gámez.
1 comentario:
Gámez! sóc l'Anna de l'institut de taradell (alumna) que ahir ens vam trobar i pel facebook n'hi ha mil que es diuen com tu o sigui que he trobat el blog, i ja veus, jo també en tinc un ejeje apa, seguim en contacte!
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