sábado, 21 de junio de 2014

David Refoyo: el ruido de fondo de la épica de la contemporaneidad SUBURBANO

David Refoyo: el ruido de fondo de la épica de la contemporaneidad SUBURBANO





J. G. Ballard, Loquillo y Sergi de Diego Mas. Las citas que inician el poema/poemario amor.txt, de David Refoyo (Zamora, 1983), son toda una declaración de intenciones: la ciencia ficción llevada al presente, la cultura pop y la afinidad con otro poeta contemporáneo muy interesado en la poesía conceptual y la tecnología en la misma medida. Ese parece el punto de partida de este largo poema que recuerda a otros poetas recientes de la escena española bombardeados por los medios. Recuerda a Pablo García Casado, recuerda a Manuel Vilas, al mismo de Diego y, tras leer la cita de “homo sampler”, a Eloy Fernández Porta y a Agustín Fernández Mallo, conexión que se confirma al encontrar las palabras que el poeta gallego le dedica a Refoyo y su libro en la contratapa.


Sin embargo, teniendo en cuenta la trayectoria impecable de su sello editorial, La Bella Varsovia, para apostar por voces nuevas y originales en el panorama poético español, es evidente que Refoyo tiene algo más que afinidades: tiene un estilo propio, diferente al del resto de poetas mencionados en este artículo. Si he de definir ese estilo en pocas palabras, lo calificaría de épica contemporánea, de supervivencia ante el bombardeo continuo de los mensajes publicitarios, ante el estado de sitio que nos provoca la continua innovación tecnológica, ante la inestabilidad de nuestras existencias. Y esa épica se estructura en torno al amor mediante una relación, mediante la supervivencia de las imágenes del amor pese a ese entorno apocalíptico que nos rodea gracias a una road movie escrita en forma de poema largo al estilo clásico, al modo de La Eneida, y no al modo de los poemarios contemporáneos. La fragmentación, que también está presente en el libro, sirve en este caso para encauzar el poema río y no para aislar las composiciones líricas. Se trata de una estrategia compositiva que es similar a la que utiliza Fernández Mallo en Carne de píxel con el paseo de los amantes. Pero el poeta gallego suele alejarse de los elementos épicos y aboga más por una apuesta estética. En el caso de Refoyo, es esa recuperación de la tan denostada épica en la poesía contemporánea lo que hace al poema tan original.

En este sentido, el autor sabe de las referencias de las que bebe en toda la composición pero sabe también que está dando un paso al frente cuando escribe (13): “Quiero huir del SMS/ y recrearme en la tecnología 2,0”. Para pasar acto seguido a tachar las fotos, los vídeos y las redes sociales y quedarse apenas con Whatsapp. Se trata de una apuesta nueva, distinta a la de los poetas españoles que experimentaron con la tecnología antes que él. Refoyo se encuentra en un nuevo paradigma tecnológico pues (13): “La era de la comunicación no garantiza el/ contacto”. Y es ahí donde la épica del amor es la herramienta que pretende reconstruir los puentes, y darle un sentido de completitud a la existencia. Tarea nada fácil pero a la que el poeta dedica todo su esfuerzo para acabar escribiendo en la penúltima página (44): “Alcanzamos la totalidad a través de la pantalla,/ la única realidad posible para esta generación/ audiovisual/ que somos”. Antes sus versos han transitado por las carreteras en esa suerte de road movie anteriormente comentada que compone el autor, y que es el medio a través del cual recibe el bombardeo de la contemporaneidad, ya sea en forma de cultura pop, elementos de la tecnología y la ciencia, o simplemente publicidad a lo Beigbeder. Una huida siempre estructurada en torno al mismo motivo (31):

“Conduzco por la autovía en dirección a A Coruña
me coloco detrás de un camión a 70
y no pienso adelantarlo,
no siento ninguna necesidad de conocer el
próximo capítulo
las líneas blancas, los pueblos vacíos de Castilla,
tu amor”

En esta ruta de amaneceres en distinta ubicaciones, pero principalmente en la Península Ibérica (incluyendo Portugal), resultan muy destacables las reflexiones políticas de una realidad que en 2014, año de publicación del libro, se resquebraja por la crisis. Llaman mi atención en este sentido los comentarios al denominado “problema catalán” (37): “no probaremos el cava esta navidad/ a este lado de la frontera/ por expresa prohibición del Gobierno”. Agudas observaciones que son una prueba más del carácter totalizador de la poesía de Refoyo.

A modo de conclusión y dadas las temáticas que suelo analizar tanto en mi trabajo crítico como creativo, resulta para mí sumamente interesante mencionar el uso que de los conceptos científicos y tecnológicos hace Refoyo en su poesía (de muestra, un botón [42]: “haz de luz o Bosón de Higgs”). En este sentido y teniendo en cuenta que Refoyo es licenciado en Publicidad, encuentro en su utilización de la ciencia muchas afinidades con Sergi de Diego y E-mails para Roland Emmerich (de esta manera vuelvo a las citas y al inicio de este artículo). Se trata de un uso icónico, sustentado en ese carácter audiovisual de su generación que Refoyo menciona y que tiene sus raíces en la referencia
fundamental para los escritores españoles contemporáneos en cuanto al recurso reciente de la ciencia y la narrativa a partir del bombardeo continuo de informaciones y productos tecnocientíficos que condicionan nuestras vidas. Una referencia que se observaba ya en autores consagrados como Germán Sierra o Juan Francisco Ferré y que no es otra que Ruido de fondo de Don DeLillo.

domingo, 15 de junio de 2014

UNA RELECTURA (POLÉMICA) DE LAS MIL Y UNA NOCHES



Produce en el lector, que accedió al texto por primera vez en su adolescencia, un impacto considerable. Y no lo hace porque lea el texto con ojos orientalistas, que por suerte Edward Said ya le avisó de ese peligro en sus ensayos. Ni lo hace sorprendido por los diferentes géneros y estilos que aúna el ya mítico libro musulmán. Porque el lector sabe que se trata de una obra anónima pero colectiva, en la que participaron varios pares de manos y por eso no solo es capaz de narrar historias de amor, de viajes y aventuras, epopeyas épicas, tratados filosóficos, reflexiones religiosas y fábulas que lo que llegan es a atesorar todo el saber de una cultura, la islámica, regida por el comercio de caravanas y barcos, que dominó una amplia zona del mundo en su época. Tampoco lo hace debido al personaje de Sherezade, la narradora universal, la mujer capaz de hilvanar historias e historias, manteniendo la tensión del relato a partir de la técnica del adelanto que tanto explotarían la novela decimonónica y la policíaca, y que es un endiablado recurso para poder darle agencia a la mujer en una sociedad machista que inicia el relato matando y degollando a mujeres supuestamente infieles. No, lo que le sorprende al lector en esta relectura es el replantamiento de sus prejuicios en el tomo II del libro en torno a las sociedades musulmanas cuando encuentra en el texto un relato que hoy consideraríamos de marcada influencia queer, con escenas de lesbianismo, homosexualidad y hasta pederastria contadas con una naturalidad contemporánea. Es entonces, cuando lee eso y recuerda las palabras de Ahmadineyad, o las recientes protestas de mujeres integristas musulmanas por los besos de la actriz Leila Hatami, exigiendo su flagelación, cuando el lector se da cuenta de que toda esa gente es ignorante. Ignorante de su propia tradición, que cuando era ejemplo de desarrollo resultaba mucho más tolerante y aceptaba lo que ahora dicen haber negado siempre. En especial porque buena parte de ese libro se escribió en Persia, hoy Irán. Solo que entonces eran ricos, y poderosos, tanto o más que los estadounidenses de hoy en día. Y ahora no.

domingo, 8 de junio de 2014

VIAJE ONE WAY EN LOS MEDIOS

Les adjunto aquí la nota informativa que Hermano Cerdo dedicó a Viaje One Way, con el enlace al cuento de Hernán Vera que aparece en la antología.

También pueden escuchar la entrevista realizada por Inspirulina al editor del libro: Pedro Medina.

lunes, 2 de junio de 2014

AMOR POLÍTICO en Nagari

Durante los años de bonanza económica en España, la experimentación y las propuestas literarias más o menos internacionalistas coparon las nuevas publicaciones. Sin embargo, con la llegada de esta crisis que nunca acaba, dos son los temas que parecen ocupar a los narradores contemporáneos. Podríamos hablar de la Transición, de la crisis, del 15-M. Pero yo prefiero definirlo de forma simbólica, más que nada porque a fuerza de hacerlo más teórico, también obtengo una potencia explicativa que me permite incluir a más autores y también más apuestas estéticas en un mismo marco.
A mi modo de ver, los dos temas que ocupan principalmente la literatura hecha en España en estos momentos son:
  1. Ajustar cuentas con el pasado.
  2. Lo político.
Precisamente, estos dos temas, que no resultan excluyentes, son los centrales en la novela Amour Fou, publicada por Marta Sanz (Madrid, 1967) con prólogo del prestigioso novelista Isaac Rosa en La Pereza Ediciones, un sello radicado en Miami que está apostando por una literatura global en castellano y de calidad a ambos lados del Atlántico.
La novela, compleja en la interacción entre personajes, es en realidad y más allá de los temas, un ensayo sobre el amor (el título en ese sentido no engaña). Solo que se articula a través de Lala, ex niña pija okupa y actual profesora de matemáticas en un centro concertado felizmente casada, una narradora que acaba de sufrir el peso de la venganza (amorosa). Su relato se contrasta con el diario del supuesto vengador, Raymond, artista atormentado y antiguo amante, que en realidad es un informe minucioso de cómo funcionan los celos, cómo se forman las parejas y cómo cambian lo hábitos sexuales y emocionales de una generación (que es la mía). Este entramado se completa con otros dos personajes fundamentales: Adrián, el marido de Lala; y Elisa, la desequilibrada actual pareja de Raymond con una hija adolescente y una relación pasada y extraña con Adrián.
Proust nos enseñó que la clave del relato amoroso no es la pareja, sino el triángulo, que eso es lo que provoca los celos y el deseo. En una trama con dos parejas cruzadas como la de Amour Fou, más que un triángulo tenemos una estrella de David, con al menos dos venganzas de por medio. En esa tesitura, y tal como muy bien indica Rosa en el prólogo, la violencia va a estar a flor de piel. Pero no solo la violencia que se puede encontrar en la boca de los vengadores como se desprende de las palabras de Raymond: “Tal vez, lo que yo pretendo hacer con Lala es un secuestro. Lo cierto es que metería sus miembros descuartizados en una bolsa de plástico para que Elisa más tarde cocinara patas de Lala asada, paletillas de Lala con tomillo, Lalas fritas y dulces de Lala.” (p. 35). Sino la violencia intrínseca que siempre existe en las relaciones sentimentales (“la pasión surgida entre Adrián y yo había sido violenta y nerviosa” [p. 43]) y donde nunca hay vencedores ni vencidos, solo víctimas: “porque los celos son algo físico que impulsa los puños hacia adelante” (p. 54). En este sentido, la figura de Raymond es el chivo expiatorio que permite juzgar al lector la idílica relación entre Lala y Adrián de una manera cruda.
En una trama así, con una intensa y convulsa relación amorosa entre los dos narradores al salir de la adolescencia, resulta evidente cómo aparece el pasado en el relato. Lo político lo hace porque esa relación tuvo lugar en plena Transición o pos-Transición, en la década de los 80. Y toda narración que desde ese pasado se dirija hasta nuestros días, a diferencia de la literatura de la bonanza, debe atravesar ese campo de minas político que ha supuesto la crisis. Solo que Marta Sanz lo hace a partir de la psicología de sus personajes, mediante los cambios que se han operado en sus comportamientos amorosos (o mejor dicho, sexuales), que son un reflejo de los cambios que se han operado en los comportamientos colectivos de la sociedad española. Esta metáfora de lo social –y por tanto, de lo político— es lo que aporta el sello de la autora en una novela muy original.