miércoles, 29 de enero de 2014

RESEÑA DE EMERGENCIAS EN CAMPUS, DE 'EL MUNDO'

Aquí les dejo la reseña de Emergencias que apareció el pasado 15 de enero en el suplemento Campus de El Mundo.

Nos dejan bastante bien :).

Libros
Un taller de escritores ‘cum laude’

Parecería que la inquietud del escritor Jorge Carrión (Tarragona, 1976) oscilase entre la nostalgia y la esperanza. Nostalgia, por espacios en peligro de extinción como son las librerías, según testifica el libro homónimo con el que ha conseguido ser finalista en el último Premio Anagrama de Ensayo y que tan buenas críticas ha cosechado. Esperanza, en una generación de jóvenes escritores iberoamericanos que un día decidieron realizar el Master de Creación Literaria que imparte la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y cuyo coordinador es el propio autor. Esta esperanza se ha materializado en la publicación de Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos, una selección de relatos de antiguos alumnos de este posgrado. De muy distinta temática, bajo la polifonía de las historias se asienta lo que Carrión en su prólogo denomina «la conciencia de la crisis». Según él, «estamos ante una galería de seres huérfanos, a menudo habitantes de un ámbito global, con dificultades para articular relaciones humanas, que suelen recurrir a la tecnología y a la imagen para experar su orfandad». En las historias destaca la primera persona –como el sugerente Las funciones de la boca, de la uruguaya Mariana Font–; también hay espacio para ejercicios de estilo más o menos nocilla –la futurista, en todos los sentidos, El cambio, del barcelonés Carlos Gámez– y homenajes, muchos de ellos explicitos, a autores de cabecera como Roberto Bolaño, algo patente en Duboc, el director de escritores, de la joven autora ecuatoriana Mónica Ojeda. El cuentista mexicano Juan Villoro se encarga de epilogar el volumen rememorando el taller al que asisitió hace casi 40 años y que impartió Augusto Monterroso. Villoro, además, regala una revisión del célebre decálogo monterrosiano con sentencias del tipo «los novelistas son aprendices de cuentistas, pero no al revés».
Por LUIS ALBERTO ÁLVAREZ

lunes, 20 de enero de 2014

Un clásico en un nuevo universo narrativo

Mi columna de este mes en Suburbano:

 

En un principio, Iris, la última novela de Edmundo Paz Soldán, es una nueva contribución del autor boliviano al género de la ciencia ficción después de El delirio de Turing y Sueños digitales, novelas pertenecientes a la primera época creativa del autor. Una nueva contribución que se inició con el relato “Luk”, publicado en Revista ñ, como el arranque de un mundo imaginario en torno al planeta Iris del que la novela del mismo nombre es la culminación. Sin embargo, una lectura minuciosa de esta fábula, que se situa tras una dramática explosión atómica y el descubrimiento de yacimientos mineros de notable interés, da lugar a otras interpretaciones.

            Para empezar, porque se trata de una novela de notable carga política, una disección del poder a través de SaintRei, la corporación industrial que explota las minas de Iris después de que los humanos que habitan Munro, otro planeta imaginario, invadieran y controlaran políticamente el planeta que da nombre a la novela. Como es de esperar, se genera un movimiento de resistencia entre los nativos de Iris y la novela es la narración de esa lucha, con voces provenientes de los dos bandos (humanos y nativos irisinos). Hasta aquí un elemento que, aunque redimensiona la novela, no resulta tan extraño en el género de la ciencia ficción, en especial, en el ciberpunk, que comparte con la novela de Paz Soldán la creación de atmósferas opresivas, en el caso de Iris, a partir de las explosiones atómicas que iniciaron la desgracia de los irisinos:

“las pruebas nucleares de mediados del siglo pasado habían convertido a los irisinos en lo que eran y a la región en un campo radiactivo donde pocos seres humanos que llegaban de Afuera sobrevivían más de veinte años. Que a fines del siglo pasado el descubrimiento del X503, un mineral liviano y resistente con múltiples aplicaciones industriales, hizo que Munro, a cargo del protectorado, aprobara las concesiones para la explotación de X503 a SantRei. Que el dinero fácil hizo que inmigrantes desesperados y aventureros de toda condición aceptaran el contrato vitalicio, con todo lo que ello conllevaba: la imposibilidad del retorno a Afuera” (8).

            El pasaje supone la fundación del particular universo literario de Iris y es una demostración de las relaciones que determinan la agenda de las corporaciones y cómo juegan con el destino de los seres vivos. En este sentido, la novela se desarrolla en un claro entorno posthumano, no solo por culpa de la crisis nuclear que está creando seres deformados:

“Los irisinos dotros pueblos en la isla sufrieron problemas desde la llegada de la primera lluvia. Su piel se fue decolorando, con los años adquirió su característico color claro. Muchos se quedaron ciegos, otros perdieron la pigmentación del iris. Hubo a quienes la cara se les llenó de pústulas. Nacían niños con defectos físicos, se hizo habitual el cáncer de la piel, el de la médula ósea, el de la sangre” (190).

También como consecuencia de la guerra entre irisinos y soldados humanos. Una guerra en que los humanos son reconstruidos con máquinas: “Si le reconstruían más de la mitad del bodi seguiría siendo humano o quizás eso lo acercaría a los artificiales. Todo dependía de las partes que fueran reconstruidas” (14).

            Lo más interesante en la ambientación de la novela, que ya se encontraba como recurso en el cuento, es el uso que Paz Soldán hace del léxico para contruir ese particular universo narrativo y que se articula a partir de tres estrategias:

1) El lenguaje indígena de los habitantes de Iris: sha, rikshò;

2) El uso españolizado de expresiones en Spanglish para los soldados que luchan a las órdenes de SaintRei: den por then, bodi por body, saico por psycho;

3) la renominalización y la invención de productos tecnocientíficos o militares: shanz pot, jetpacks, swit.

            Este nuevo léxico, unido al entorno posthumano, es lo que da a la novela esa pátina de ciencia ficción. Pero si hacemos el experimento de cambiar alguno de los términos utilizados en la tercera estrategia por su equivalente en nuestra sociedad (por ejemplo, swit por pastilla), observamos que una lectura detallada arroja como resultado el mensaje de que la naturaleza humana subyace idéntica pese al entorno. Por ejemplo, cuando uno de los personajes, Xavier, se plantea sus problemas con los swits (o pastillas), drogas distribuidas por SaintRei entre los soldados:

un swit para la ansiedad le producía ciertas reacciones que solo podían tratarse con otro swit, que a la vez tenía efectos que debían calmarse con otro swit. Se le cruzaba por la cabeza dejar todo de golpe, buscar soluciones naturales para sus dolores y ataques de pánico, pero había internalizado desde niño que era imposible enfrentarse a la vida sin alguna forma de ayuda química –para solucionar sus males, para escapar del agobio de lo real— y la sola idea de no tener a mano swits le producía ansiedad (que debía tratarse con otro swit).

            Un pasaje que bien podría formar parte de cualquier novela existencial contemporánea. Mientras que la cita sobre deformaciones anteriormente mencionada recuerda a Lluvia negra, la novela sobre las desastrosas consecuencias de la bomba de Hiroshima escrita por Masuji Ibuse. Porque esta es una novela sobre la guerra. Sobre los desastres de la guerra. En muchos pasajes y dada la estructuración de la contienda, entre soldados humanos que apoyan a una corporación industrial y una resistencia autóctona, el libro asemeja a una novela sobre la ocupación estadounidense de Iraq, incluidos los fragmentos dedicados a la religión y la espiritualidad, elemento fundamental en la contienda. Esto se debe a que, pese a las mutaciones y el entorno posthumano, los sentimientos de los personajes son esencialmente humanos en una novela centrada a criticar culaquier tipo de guerra y ocupación: “se sintió un tonto por haber creído, cuando crecía, en el heroísmo de la guerra, en el coraje, en el valor; en todos esos mitos que hacían que jóvenes como él se enrolaran en ejércitos y fueran al frente sin miedo a morir” (17). Un clásico en un nuevo universo narrativo. Una excelente novela.

© 2014, Carlos Gámez. All rights reserved

viernes, 10 de enero de 2014

EMERGENCIAS EN EL PERIODIQUITO

Una nueva reseña de Emergencias en el diario venezolano El Periodiquito:

El Periodiquito 9
Crónicas del Olvido
ALBERTO HERNÁNDEZ
SÁBADO 28 DE DICIEMBRE DE 2013
EMERGENCIAS
1.- Entre Jorge Carrión y Juan Villoro se debaten 12 narradores jóvenes iberoamericanos. Entre esas dos experiencias se anuda este libro donde el cuento nada en aguas que se encuentran en un delta. Emergencias (Editorial Candaya, Barcelona, España, 2013) es una suerte de sala de atención en la que cada autor se somete a la auscultación de los lectores. O mejor, al diagnóstico de quienes se han quedado unas horas frente a sus páginas. El catalán abre la puerta con un prólogo donde habla y teoriza sobre el cuento, mientras el mexicano cierra con el relato de su relación con Augusto Monterroso durante un taller en el que aprendió
las trampas, técnicas, sabores y sinsabores de la literatura, en este caso del relato corto. Así emergen Carolina Bruck (Argentina), Ramón Bueno Tizón (Perú), Wilmer Cabrera (Colombia), Mariana Font (Uruguay), Antonio Galimany (Argentina), Carlos Gámez Pérez (España), Yannick García (España), Jari Malta (Uruguay), Mónica Ojeda (Ecuador), Álex Oliva (España), Eduardo Ruiz Sosa (México) y Tomás Sánchez Bellocchio (Argentina), quienes formaron parte del Máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y cuyos profesores fueron Carrión y Villoro.

2.- Este libro de reencuentros (porque en el pasado ya hubo encuentros exitosos) resume temáticamente
una crisis, la del ser humano frente a sus propias realizaciones, frente a los referentes que lo copan y lo ocupan. De reencuentros porque, una vez más, no es la primera vez que narradores –en este caso cuentistas- españoles y latinoamericanos se atan a un cordón umbilical para refrendar la lengua, para hacerla más cercana o para disipar distancias, hacia dónde conduce cada uno su manera de decir, de escribir, de vivir o de morir. En este caso el protagonista para tal evento será el lector. He allí entonces el temario,
variopinto, rico en posibilidades. Desde los problemas vecinales, familiares, conyugales, citadinos, urbanos, parroquiales, comunales, hasta las diferentes crisis que proponen las nuevas tecnologías y los asuntos puramente humanos, tan comunes como el hombre mismo.

3.- Abrir y cerrar el libro, los ojos de estos relatos breves que inclinan al lector a sacudirse la modorra de otras costumbres, entre ellas la de verse el ombligo y hacerse el invisible a la hora de saberse españoles o americanos de habla española. Allí está la locura relatada por Eduardo Ruiz; la clase media como problema
o los problemas de una clase que casi no es media, como lo establece Sánchez Bellocchio. La tragedia de la migración por asuntos económicos o culturales en la voz de Wilmer Cabrera. La crisis, el horror de quienes tienen que traspasar las fronteras de los Estados Unidos y sobrevivir en una sociedad complicada, según
Bueno Tizón. La visión de mundo de Carolima Bruck a través de la pantalla del cine. El uso y abuso de las redes sociales vistos por Jari Malta. Carlos Gámez y su tratamiento de la televisión por cable. Yannick García y el enciclopedista Diderot. Mariana Font y la búsqueda insistente de nuevos referentes. Y así, una experiencia literaria que une dos aguas, dos turbulencias que a la larga terminarán haciéndose un delta de voces, de sorpresas, de crisis si la consideramos como posibles nuevas revelaciones, descubrimientos, decepciones o palpitaciones emocionales. Una emergencia que tiene como pacientes a quienes esperan abrir con impaciencia la primera página y respirar profundo al llegar a la última.

Emergencias es, como alguien armó, una urgencia, una aventura accional, diría yo, que abre la posibilidad de que emerjan de estas páginas uno o varios narradores que refundan la estirpe del contador de historias, que propicie una nueva navegación, un espacio nuevo en medio de los cambios que se han suscitado tanto en España como en América Latina. No es la misma España que catapultó al García Márquez de Cien años
de soledad, a Fuentes, a Onetti, a Cortázar o al otrora joven Vargas Llosa, hoy en la cresta de la ola.
América Latina no es la misma de esos prominentes nombres. Son dos países sumergidos en varios acentos que cuentan, relatan e historian sus crisis, sus angustias, sus distancias, sus diferencias y sus cercanías, pero también el poco conocimiento actual de uno y de otro. Emergencias porque la sala de atención precisa de alguien que diagnostique la necesidad de saber.


viernes, 3 de enero de 2014

Reseña de Presencia Humana número1

La primera que encuentro, un tanto cruel conmigo, aunque creo amargamente que no anda falto de razón. La reseña es muy completa, habrá que tener en cuenta los toques de atención:

El relato, uno de los formatos más emblemáticos de la literatura fantástica, está de moda. Es muy difícil hacer una lista de las antologías, recopilaciones y publicaciones diversas dedicadas a la literatura fantástica breve aparecidas en nuestro país en los últimos meses y no dejarse alguna asi que, sin ánimo de ser exhaustivo, mencionaré solo iniciativas como el proyecto Terra Nova —permanezcan atentos a La Biblioteca de Ilium porque no tardaré en reseñar el segundo volumen—, el presuntamente —no busquen escepticismo, es que aún no lo he leído— magnífico Cuentos para Algernon: Año I, o la cada vez más larga y siempre excelente selección de títulos de Fata Libelli. Sin olvidar, por razones evidentes relacionadas con el propio ego, el curioso escaparate del imaginario de futuros autores que representa Visiones 2012. Hay para todos los gustos, ya lo ven, algo patente en la diversidad de las valoraciones de algunos de ellos aparecidas por ahí.


Desde Aristas Martinez siempre se ha cultivado lo raro. Adalides de lo extraño en la literatura fantástica en nuestro país, la editorial de Cisco Bellabestia y Sara Herculano da ahora el segundo paso en el camino iniciado con el volumen Presencia Humana: Nueva Literatura Extraña, un libro muy influido por las ideas expuestas por Javier Calvo en su ampliamente comentado artículo en Jot Down. No en vano este segundo paso, la transformación de Presencia Humana en una revista de literatura “extraña” de publicación periódica, viene prologada por el propio Calvo y es una edición conjunta entre Aristas Martínez y Jot Down. Nada más lejos de mi intención que definir “literatura extraña”, una etiqueta que me cuesta no entrecomillar por mi reticencia a usarla para designar un subgénero, aunque no discuto que agrupe en torno suyo a autores influídos por tradiciones más variadas, en general, que la ciencia ficción o fantasía más “mainstream”. Me dicen que lo de Aristas Martínez es “slipstream”, un planteamiento transversal con ánimo (dossier de prensa dixit) de redefinir la literatura de género. Me gusta lo transversal. Aplaudo la ambición y la arrogancia. En este primer número no redefinen el género, claro, pero el programa estético y la conciencia vanguardista a las que se refiere Javier Calvo en su prólogo están ahí y, creo, enriquecen y dan coherencia a una propuesta más interesante en si misma que la suma de los cuentos individuales que la componen. La edición, algo habitual en la editorial, es realmente preciosa tanto por diseño como por la calidad de las magníficas ilustraciones de Pablo Gallo. Además, dada mi participación en la presentación de la revista en la Hispacon en Quart de Poblet no quería dejar de hablar antes del libro.

El prólogo

En el prólogo, Historia de dos ciudades: fándom, hipsters y el fantástico español, Calvo parte de la metáfora de las dos ciudades de China Miéville, más que las clásicas de Dickens, para describir la relación entre el fándom —asimilándolo con el conjunto del género en un salto de fe no exento de riesgo— y “la literatura a secas” (sic) a principios de los noventa, para explicar como esa diferencia se va difuminando con el paso de las dos décadas siguientes, especialmente con la tardía llegada del slipstream (Jonathan Lethem, Michael Chabon, Neal Stephenson, etc) a España a principios de siglo. Calvo habla de un salto de muro entre géneros realizado por un variopinto conjunto de autores (ahora Muñoz Rengel, Jon Bilbao, Marc Pastor, entre otros) y lo vincula a una fragmentación del mercado editorial que dio pie a la aparición de editoriales de tamaño reducido con una flexibilidad y libertad de movimientos superior a la de sus hermanas mayores. Eso, sumado a la popularización del género fantástico epitomizado por el fenómeno Juego de Tronos —la serie de televisión y las novelas, se entiende—, ha abierto las puertas a lo que Javier Calvo denonima Autor Español Friki Mainstream, escritor de género fantástico que vende.
Los ejemplos, como siempre, se los lleva el viento, pero creo que la síntesis de Calvo resume muy bien la evolución del género fantástico en nuestro país durante estos últimos años. No hace falta más que echar un vistazo a las estanterías de vuestras librerías favoritas para comprobar como el panorama cambia prácticamente mes a mes, con la aparición y desaparición de colecciones y sellos tanto de grandes grupos editoriales como de nuevas iniciativas que buscan sus nichos de mercado dentro (a veces incluso fuera) del público aficionado a la literatura fantástica. Soy escéptico en cuanto al impacto real de esta popularización aparente del género en términos de ampliación de la base lectora y, sospecho, buena parte de su fertilidad es artificial o, al menos, imprudente; pero eso es otra cuestión y no quita que disfrute como el que más de esta vitalidad maníaca que hace surgir más y más variados títulos en las estanterías que me rodean.
 El prólogo de Javier Calvo, en definitiva, me parece un texto tan interesante como lo fue su artículo en Jot Down, aunque con un tono más distendido. Me gusta más en sus planteamientos generales que en los ejemplos concretos que propone, que me parecen legítimos pero mucho más discutibles. En conjunto es una magnífica entrada a la revista y uno de sus mejores textos.

Los relatos, una reseña desordenada

El humor, el absurdo, el horror, la imaginación… la paleta de recursos de los relatos incluidos en la revista es relativamente limitada y el resultado, algo que se puede esperar de casi cualquier recopilación de relatos de diversos autores, dispar. Creo que la metodología de la revista, que obtiene sus relatos por encargo, puede ser parcialmente responsable de esta irregularidad, aunque por otra parte tiene otras ventajas en términos de consistencia estética y el nivel medio es alto.
Tanto Miqui Otero como Víctor Nubla optan por un registro humorístico francamente surrealista, aunque personalmente me quedo con la propuesta de Nubla, a quien ya conocía por su novelita de ciencia ficción humorística El Regalo de Gliese, traducida del catalán para Aristas Martínez en una edición ilustrada por Pep Boatella a la que vale la pena echarle un vistazo. El Brindis de Bachata de Miqui Otero es el relato que da inicio al volumen y a pesar de tratarse de un relato divertido y simpático a mi me ha planteado algunos problemas. Lo que he echado de menos, sobre todo, es algún tipo de lógica subterránea, por endeble que fuera, que le diera consistencia a la narración y ayudara a saber a qué venía todo. Me gusta como escribe Otero, y me gusta la idea del personaje en torno al cual construye su historia, una especie de investigador con la empatía hipertrofiada, pero el relato me parece una burbuja: lleno de aire. No es el mejor de los comienzos. En un primer momento pensé que el problema podía ser yo, que se me atragantaba su recurso a lo absurdo, pero el caso es unos cuantos relatos más adelante llegaba Víctor Nubla con su igualmente absurdo, igualmente onírico Las dos primeras muertes de Leo Vanasien y me convence por completo. Que un relato de humor consiga hacer reir es, sin duda, un éxito. En Las dos primera muertes tenemos superhéroes, supervillanos, y una historia cuyo inicio y final van más allá de lo que se nos muestra consiguiendo una ilusión de continuidad que obtiene fácilmente la complicidad del lector. También ayuda que la imaginación de Víctor Nubla sea muy visual y sugerente. El Nubla cuentista me ha gustado aún más que el Nubla novelista, lo cual no es decir poco.


En realidad, sin embargo, el elemento más recurrente del volumen es el horror, de corte más o menos convencional y con tonos más o menos cercanos a la perversidad. Entre los perversos se cuentan dos de mis tres relatos preferidos de la revista: el Céfiro de Sofía Rhei y el Dejad que los Niños de Jesús Cañadas. También eran los dos que más me interesaban a priori, pero eso no es culpa de nadie. En más de un sentido (no en el sexual) Céfiro puede considerarse una introducción al sadomaso para niños y su imitación de la estructura de los cuentos infantiles no hace más que enfatizar esa retorcida relación entre la crueldad, la inocencia y el amor que propone Rhei. Como sucede en muchos cuentos infantiles su lógica es interna, un mecanismo autocontenido que solo tiene sentido en el marco del relato, que es hermoso, incómodo y extrañamente hipnótico. Creo que en otras manos esto jamás hubiera funcionado… Dejad que los Niños también es incómodo y perverso por lo oblicuo de su aproximación a la maldad y la progresión del relato, cómo este se despliega para el lector. Como en los mejores cuentos, Jesús Cañadas explica solo lo justo y deja el resto a la imaginación del lector. Para mi es el relato que más responde a mi imagen —difusa, lo admito— del Weird. ¡Y encima es un relato navideño!
El terror también está presente en los relatos de Emilio Bueso, Carlos Gámez y Rubén Martín Giráldez. De Bueso solo había leído Cenital (reseñada aquí), una novela que disfruté y valoré muy positivamente a pesar de tener una prosa que nunca sabes si te está tomando el pelo o se toma demasiado en serio a si misma. De Lobos y Hombres es uno de los relatos más breves de la revista y a pesar de ello está dividido en tres episodios que solo comparten la ambientación. La licantropía y las drogas se combinan a lo largo de una historia en la que Bueso depura su estilo y mantiene su tendencia a abusar del non sequitur en busca de una provocación al lector que sigue haciendo que me pregunte si me toma por tonto, se toma por listo, o solo quiere hacer sonreír. Y sin embargo, funciona. El texto fluye mejor que en Cenital y da la sensación de que Bueso sabe lo que hace y domina su registro perfectamente, aunque me cueste interpretarlo. Es el relato que más dudas me provoca, me desconcierta y no sé decir si es un buen relato o un relato mediocre. Por no saber, ni siquiera sé porqué ha elegido una estructura episódica que parece restar más que sumar al total de la narración. Bueso escribe en el punto ciego de mi espejo lector.

Lautir, de Carlos Gámez, es el relato de horror más convencional de la revista y también el más previsible, especialmente cuando descubres la fórmula que oculta su estructura, que también es su aspecto más interesante. Escrito como monólogo de alguien interrogado por la policía acerca de un suceso horrible presuntamente provocado por el demonio (Satán, no Lucifer), cada párrafo comienza como una interpelación al interrogador que da pie a un pequeño desmentido del protagonista que cada vez acerca más al lector al horror de lo que sucedió en realidad. Es una técnica bien ejecutada y eficaz en el marco de un relato breve, aunque la previsibilidad diluye un tanto el resultado. Por lo demás, los guiños a El Resplandor (entre otros) no contribuyen demasiado a darle empaque a una historia con más artificio que sustancia. No sucede lo mismo con La Infancia de Cronenberg, la magnífica propuesta navideña (aún más que el relato de Cañadas) de Rubén Martín Giráldez. Dejad que comparta su inicio con vosotros:
“Mr. Devil es un niño con una vocación temprana: ha decidido que va a convertirse en el próximo icono navideño de referencia en Occidente; le apetece entrar a formar parte de la mitología infantil como uno de esos seres garrapiñaces de ánima edulcorenta”
No todos vais a estar de acuerdo con mi valoración de este relato, pero para mi Martín Giráldez consigue una cosa muy difícil: retorcer y reinventar el lenguaje dándole más significado, no menos. Entiende las palabras y por eso las puede deconstruir y reconstruir sin que el lector se sienta ofendido. ¿Sabéis quién hace lo mismo igual de bien? China Miéville. Se dice pronto. Voy a confesar, de entrada, que no estoy seguro de haber entendido bien el cuento, pero de su esencia no me caben dudas, como no me caben sobre la habilidad del autor. Es un relato travieso, exigente para con el lector, probablemente fallido… pero una maravilla. De entre los autores incluidos en la revista, Martín Giráldez me parece el mayor estilista. Un descubrimiento. Kudos para Aristas Martínez por incluirlo.
Y, para acabar, un relato atípico por típico, una narración por la que a priori no hubiera dado (lo siento, Javier Fernández) ni un céntimo de euro y que, sin embargo, me ha parecido gloriosa: un fanfic de Conan. Tal como suena. Un fanfic de Conan, eso sí, escrito por el que parece ser uno de los mayores expertos del país en el personaje, pues Javier Fernández ha traducido La Reina de la Costa Negra y Otros Relatos de Conan en la colección Letras Populares de Cátedra que el mismo codirige. Fernández recupera a un Conan de más de sesenta años, hastiado de su vida como rey, y lo lanza en busca de aventuras en una narración deliciosamente pulp de la que ni el mismo Robert E. Howard se hubiera avergonzado. Bien escrito, bien ambientado, bien caracterizado… nada en este relato es otra cosa que bien. Me alegro de haberme equivocado. Es un poco la rara avis del volumen por ser el menos rara avis de todos, pero me alegro de haberlo encontrado aquí.

Comentario final

Las reseñas siempre son fuertemente subjetivas y eso se nota aún más en las reseñas de libros de relatos. Es probable, incluso, que esa sea parte de su gracia. El valor que pueda tener mi repaso a los relatos individuales incluidos en Presencia Humana Magazine es más que dudoso —os animo a dejar vuestras opiniones en los comentarios— y, en cierto sentido, es lo de menos. Al igual que otros proyectos similares —pienso en Terra Nova, claro está—, la importancia de esta revista es el papel que puede desempeñar como plataforma para una sensibilidad determinada, condicionada por la intención estética de Aristas Martínez y por su selección de autores. Tengo dudas de que los editores (los coeditores, en realidad) vayan a ser capaces de mantener el sistema de encargos, sin permitir el envío de material no solicitado. Entiendo las ventajas de esta estrategia para aumentar la coherencia de la revista, pero no sé hasta que punto eso puede acabar asfixiando la revista por falta de sangre nueva. No lo sé de verdad, no es una crítica encubierta. En cualquier caso, el primer número de Presencia Humana Magazine me parece muy interesante y recomendable, igual que me parece interesante el proyecto en su conjunto.
¡Mucha suerte!