viernes, 30 de agosto de 2013

MAGNÍFICA CORONA


He tardado mucho en escribir la reseña de esta novela. Las múltiples obligaciones, los libros pendientes, los estudios y las escrituras propias han llevado a relegarle un lugar en el tiempo y en el espacio de esta bitácora.

Una lástima, porque Corona de flores, además de ser la novela en que. según palabras del propio Javier Calvo, el autor encontró su voz, es una novela magnífica. Un libro que se sitúa en una Barcelona gótica e imaginaria, deudora del paganismo que impregnó la ciudad antes de la llegada del cristianismo, y sobre el que Calvo escarbó de forma literal en el subusuelo de la ciudad junto a otros compañeros de travesía en la bitácora Ríos Perdidos.

¿De qué va?
La trama se estructura en torno al thriller policíaco: se busca al asesino en serie de una larga lista de víctimas, muchos de ellos niños (la novela ganó el Premio Memorial Silverio Cañada en la Semana Negra de Gijón, en 2011, un premio para novelas de corte claramente policíaco).

¿Qué se encuentra el lector?
Una teoría de la conspiración en pleno siglo XIX, con una ciudad desconocida envuelta en bruma e intentos burgueses de modernización.

¿Cómo?
A través de una serie de personajes redondos, como Semproni de Paula, el burdo jefe de policía, o el científico Menelaus Roca (verdadera cima de la literatura figurativa y de la inclusión de la ciencia en el relato, temática que fascina a quien esto escribe y que merece unas palabras finales). Con mucha sordidez y escenas de marcada sexualidad y crueldad (aviso a navegantes). Con una estructura rayana a las novelas góticas de Dickens que tanto gustan a Calvo, donde todas las piezas acaban encajando (si de Paula es un enano, por ejemplo, es por una razón narratológica). Es decir, con una introducción, un nudo y un desenlace. Lo cual demuestra que se pueden escribir novelas así en pleno siglo XXI sin que pierdan un ápice de actualidad. La sabiduría popular de tantos siglos de lecturas no podía estar errada en esto. A fin de cuentas, se trata de acumulación de conocimiento estético.

¿Qué relación tiene la novela con la ciencia?
Mucha. Diría más, tiene una notable relación con la historia de la ciencia. Tras el relato hay una documentación excelente de las prácticas frenológicas en la Barcelona del XIX. Un tema para nada común en la literatura. Se da le caso de que quien esto escribe asistió, hace ya unos años, a la lectura de una tesis de un amigo historiador que trataba, precisamente, de la frenología en la Barcelona del XIX. Pues bien, a grandes rasgos y salvando las distancias entre el mundo académico y el literario, todo lo que aprendí en la defensa de esa tesis se encuentra de una forma o de otra en la novela de Calvo, lo que me parece impresionante.

Con Calvo se da un caso curioso de la relación entre la ciencia y la literatura en el caso español. Se trata de un claro caso de reapropiación del discurso científico. A unos inicios de clara influencia anglosajona, en donde la utilización de la ciencia en sus textos está bastante relacionada con la obra de J. G. Ballard, o el uso que Don DeLillo hace de la ciencia en sus novelas, se pasa a una función más lúdica, aunque todavía ballardiana y en algunos momentos gratuita como es el caso de Mundo maravilloso (pese a que la escena del parque temático inspirado en la física y el espacio sea de altura), para acabar en una apropiación de los contenidos científicos muy personal, bien documentada y excelentemente bien trabada en la narración, algo que ya se preveía después de leer Los ríos perdidos de Londres. Siempre habrá quien objete que es una temática anglosajonizante, que tiene mucho de novela gótica y otros argumentos parecidos. Pero ese es el universo de Calvo sin lugar a dudas. Con el añadido de que utiliza elementos no extranjeros, sino internacionales, solo que aplicados al espacio en donde se ubica la historia que quiere contar (en este caso la Barcelona del XIX) de una forma rigurosa y amena.

lunes, 26 de agosto de 2013

Lo breve si bueno, dos veces bueno | Verlanga

Segunda reseña de Emergencias en la revista Verlanga, a cargo de Rafa Rodríguez Gimeno, con mención al relato del que esto escribe. Parece que la cosa se anima.

Lo breve si bueno, dos veces bueno | Verlanga

jueves, 22 de agosto de 2013

DOS NOTICIAS, DOS TEXTOS

El primero es la reseña de Emergencias publicada en Brújulas y espirales, la bitácora de crítica literaria de Francisco Martínez Bouzas.



El segundo es mejor. Una hermosa crónica del encuetro en homenaje a Roberto Bolaño que tuvo lugar el pasado 29 de abril en Girona, escrita por Eudald Espluga. Y es que Bolaño sigue dando de qué hablar (en este caso, gracias al incombustible Jorge Morales).



viernes, 16 de agosto de 2013

Antonia en Sub Urbano

Aquí pueden ver publicada mi última colaboración en la revista Sub Urbano de Miami:
ANTONIA

Cuando entró en la sala donde se ubicaba el aparato, lo hizo a regañadientes. ¿Por qué se habría empeñado el neurólogo en realizarle una resonancia magnética? Total, si los despistes que había tenido en los últimos meses eran cosas propias de la vejez.

Tal vez el doctor pensaba que con subirse a una camilla y meter la cabeza en ese singular anillo blanco se solucionaban todos sus problemas. Como si sus problemas se pudieran solventar de forma sencilla después de tantos años.
La señora González supuso que al intentar ayudarla, al neurólogo le quedaría la conciencia más tranquila. A fin de cuentas, eso es lo que intentan hacer los médicos: salvar a sus pacientes sin que su acción conlleve ningún sentimiento de culpa.
Contempló la pulimentada frialdad de la superficie del aparato. No la satisfizo en absoluto. Pero su esposo, con impaciencia una vez más, censuró su parsimonia: Desde luego Antonia, pareces alelá.
Resentida, decidió aceptar el brazo blanco de la enfermera. El mismo que desde hacía unos minutos se ofrecía ante su vista. Se aferró a él para llegar hasta el aparato y la muchacha respondió al apretón con una sonrisa.
Subirse a la camilla no fue fácil. La señora González se sintió torpe y ante el comentario jocoso del marido dudó por un momento. Pero la incertidumbre por saber que sucedería disipó todos sus miedos. La camilla se movió de forma automática y ubicó la cabeza de la señora González dentro del anillo. Al principio solo notó un leve zumbido. No fue hasta un poco más tarde, al alinearse el espín de sus electrones gracias al campo magnético, cuando lo descubrió. La máquina la había conducido a otro plano mental. Uno que coincidía exactamente con la engalanada avenida de los domingos por la que la señora González lucía su belleza en la adolescencia.
Escuchó su nombre: Antonia. Decidió no responder a la llamada. Siguió caminando con el garbo que le proporcionaban sus elevados tacones de quinceañera mientras hacía caso omiso a los gritos de aquel bruto que pretendía hacerse pasar por su esposo cuando ella ni estaba casada. Aquel tipo que la llamaba desde el otro lado de la avenida.

jueves, 8 de agosto de 2013

EXPERIMENTACIÓN CON COMPROMISO


Hace más bien poco tiempo, y debido a la eclosión del fenómeno mutante, la critica literaria española se dividió en el debate entre si era buena la experimentación en la literatura, o si resultaba una estupidez. Como suele suceder en este tipo de controversias, nada se sacó en claro. Los que estaban a favor siguieron en lo suyo, y lo mismo hicieron quienes estaban en contra. Algunos de esos encontronazos dialécticos fueron agríos y desagradables.


Por suerte, el poso que deja la literatura sí que no cae en saco roto. Al menos eso he pensado cuando he leído Democracia, de Pablo Gutiérrez. Una muy buena novela que entra al trapo con todos los problemas derivados de esta crisis económica que nos azota: el desempleo, los bancos, los inversores, la política, George Soros y demás actantes de este triste episodio de la historia de Occidente. Y lo hace como debe hacerlo la literatura. Sin idealizaciones, sin buenos ni malos, con personas que sufren, que se equivocan, con matices. En una trama compleja en cuanto a temporalidad y personajes que sirve de fresco y de novela coral de nuestro tiempo, donde una joven pareja se ve abocada al fracaso por sus antecedentes y el entorno que los rodea.

Lo más interesante del caso es que mientras duró el debate en torno a la experimentación, parecía quedar claro entre los contendientes de ambos bandos una premisa: donde hay experimentación no hay compromiso. Queda lejos el espíritu de las vanguardias históricas en lo que se refiere a su compromiso político. Pues bien, eso lo dinamita Democracia, que pese a la temática que trata no es ni de lejos una novela realista o poco arriesgada en lo formal. Numerosos de sus pasajes son deudores de la narrativa fantástica, además de tratarse de una apuesta nada pacata por la experimentación. Lo que demuestra que todo escritor puede hacer lo que quiera (experimentar, no experimentar, comprometerse, no comprometerse), siempre y cuando lo haga bien, como Pablo Gutiérrez en esta novela.